La metáfora que utilizó el infectólogo Juan Manuel Núñez resume las tareas que emprenden -y deben emprender, según el criterio de varios profesionales- el sistema sanitario y la sociedad en conjunto para evitar, a tiempo, que el coronavirus se propague de forma descontrolada en Tucumán.
Autoridades y médicos coinciden en que la provincia atraviesa un momento crítico, pero que a la vez es clave para contener la crisis epidemiológica. Y, aunque cada vez resulte más complejo, sortear el “alud” de la circulación comunitaria de la covid-19 es hoy la prioridad máxima.
Desde que se inició el brote en Lastenia, el virus SARS-Cov-2 ha irrumpido -en menos de 15 días- a lo largo y a lo ancho de Tucumán. Además de las nuevas restricciones ordenadas por el Comité Operativo de Emergencia (COE), varias localidades han limitado sectores y bloqueado accesos.
“La situación es alarmante. Si tenemos la capacidad de hallar y testear a todos los contactos estrechos de los positivos, y podemos aislarlos correctamente, tenemos la oportunidad de parar esa bola de nieve a tiempo -evalúa Núñez-. Por el contrario, si la paramos abajo de la montaña, nos pasará el alud”.
Esa es la misión principal del Ministerio de Salud. “Seguimos trabajando sobre la situación epidemiológica, la evolución de los casos en cada municipio y las acciones de concientización para reforzar la importancia de las medidas de cuidado”, escribió en sus redes sociales la titular de la cartera, Rossana Chahla.
Los contagios van en aumento (la provincia ya cuenta 293 infectados) y el desafío mayúsculo es hallar el nexo epidemiológico cierto de cada caso. Por el momento, las autoridades siguen sosteniendo que el virus circula por conglomerados y no de forma comunitaria.
El médico Gustavo Costilla Campero, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Infectología, considera que el riesgo de que se registre la transmisión generalizada es más alto que nunca en Tucumán.
“Los casos se han duplicado en una semana y el hecho de que esas personas hayan tenido contacto con otras antes de ser aisladas aumenta la probabilidad de que se inicie la circulación comunitaria”, analiza. “Cuanto más testeos se hagan, mayor detección habrá. Ampliar esa capacidad es clave para contener los focos activos ahora”, profundiza.
Al igual que Núñez, Costilla Campero establece una metáfora para referirse al panorama provincial: “ahora hay goteras y puede largarse la tormenta. La idea es que no llueva todo el día, para que no desborde todo en poco tiempo”. Asimismo, el profesional especifica que la atención no sólo debe estar puesta sobre el aumento diario de casos, sino también sobre los pacientes que requieren una cama crítica.
“Sabemos que la transmisión comunitaria nos está tocando las puertas. Después de lo de Lastenia, cada foco secundario, como el Las Talitas, se ha convertido en uno primario. El problema será cuando en nuevos positivos no se puedan hallar las tres claves epidemiológicas: persona, lugar y tiempo (de contagio)”, concluye.
La sanitarista Viviana Crivelli, titular de la cátedra de Salud Pública en la UNT, también opina que “estamos a un paso de la circulación comunitaria”. “Hay varios conglomerados activos; ya no se puede retener la circulación de casos en un área determinada. Pudiéramos haber evitado esto si se hubieran cumplido todos los protocolos”, se lamenta. Por ello, pidió una mayor responsabilidad por parte de la ciudadanía. “No podemos volver a cerrar todo por razones económicas, pero cumplamos las normas”, instó.
El infectólogo Mario Raya, al igual que sus colegas, reconoce que la situación actual “era esperable”. “Sabíamos que iba a llegar. Ahora se trata de bloquear los focos y que no se expanda el virus. El trabajo es arduo y continuo; esto se puede multiplicar de forma exponencial”, examinó el también subdirector del Centro de Salud.
En ese hospital -observó- las internaciones por covid-19 han aumentado, pero “nungún paciente está en estado grave”. “Están estables y tenemos las camas para asistir a los positivos que sean necesarios”, afirmó.
El pedido unánime de los entrevistados es el refuerzo de las precauciones. “Uno entiende el hartazgo y el desgaste, pero el aislamiento es la mejor medida que tenemos para evitar que todo sea peor. Muchas actividades se podrán mantener en la medida en que la población adhiera a las exigencias sanitarias por cuenta propia y no porque el Estado se las impone”, reflexiona Núñez. “Por ahora, la vacuna es el aislamiento”, cierra Costilla Campero. /La Gaceta
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