Cada vez se potencian más las diferencias entre albertistas y cristinistas en Casa Rosada
La forzada imagen de unidad que intenta mostrar la administración del Frente de Todos se deshilacha sin frenos en cada gesto, anuncio y declaración que hacen los funcionarios según el sector al que responden. La nueva carta de la vicepresidenta Cristina Kirchner, dejó en claro que ella, a diferencia del Alberto Fernández y su flamante armado político interno en contubernio con los gremios que encabezan la CGT, las desmembradas organizaciones sociales oficialistas (que manejan el Ministerio de Desarrollo Social), varios intendentes bonaerenses, y los gobernadores del PJ, si reconoce la derrota en las legislativas del pasado 14 de noviembre, en el marco de una astuta maniobra que deja en manos de la oposición ganadora y el «albertismo» la responsabilidad del ajuste que se vendrá en base al acuerdo que se firme con el Fondo Monetario Internacional.
La lógica indica que no hay negociación posible con el organismo internacional de crédito sin dejar de lado lo que reclama la ex mandataria: la inclusión social. Por si eso fuera poco, bastó que el cristinismo saliera de la mano del secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, a resucitar el fantasma de la suba de retenciones al sector exportador de carne -si no detienen las subas de precios-, para que desde el entorno presidencial, el titular de la cartera de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, desacreditara los dichos del funcionario.
Seguido, emergió la portavoz gubernamental del albertismo, Gabriela Cerruti, en pos de defender otra vez el cepo al pago en cuotas -en moneda estadounidense- a la hora de viajar al exterior y abonar los servicios turísticos correspondientes también en dólares. En este caso, el encargado de desautorizarla fue el ministro de Seguridad «con rango de vocero», Aníbal Fernández.
Por debajo de todas estas paradojas comunicacionales, pero imperativas en la gobernanza de un país golpeado por donde se lo mire, están las disputas entre La Cámpora y los ediles justicialistas de la provincia de Buenos Aires que resisten a Máximo Kirchner (titular del bloque oficialista en la Cámara baja) como presidente del Peronismo bonaerense y las operaciones que siguen saliendo desde Casa Rosada contra la presidenta del Senado, por parte de funcionarios que responden a Juan Pablo Biondi (ex secretario de Comunicación y Prensa de Fernández) que en Balcarce 50 ahora se proclaman «albertistas de la primera hora», y hasta se animan a fogonear una épica reelección del hombre que ungió CFK para ocupar el sillón de Rivadavia.
Las diferencias ya no sólo son de formas, como cuando al asumir, allá por diciembre de 2019, se hablaba de un Presidente moderado y una vice con modos más duros, pero herbívora para la ocasión, sino netamente políticas que se proyectan a futuro. A estas altura, aunque lo pensaban sin verbalizarlo, el núcleo duro del kirchnerismo considera a Alberto Fernández como un traidor. Caracterización que no está muy lejos de aquel «ocupa» de la diputada Fernanda Vallejos, que la legisladora manifestó en un mensaje de WhatsApp que supuestamente se filtró, pero que caracteriza lo que anida en una parte del seno de una coalición de Gobierno que empieza a potenciar sus diferencias, y a medir fuerzas internas de cara al futuro cercano y camino al 2023.
Juan Pablo Peralta, periodista acreditado permanente en Casa Rosada y el Parlamento nacional argentino para FM Concierto 105.5