Concepción: La Historia del Abusador de Menores que Murió Impune por una Increíble Demora de la Justicia, Ni Un Minuto Preso
Noelia, una joven de la ciudad de Concepción, fue abusada por su primo cuando apenas tenía cinco años, en 1999. Diego Alberto Prelli fue condenado pero nunca fue a la cárcel porque no se resolvió cuántos años debía pasar tras las rejas.
“Hoy siento que soy una persona rota, que no tengo nada, que mi alma está desvanecida, mis sentimientos se fueron, me siento desamparada, perdida. Siento que la Justicia me abandonó, que todo el sufrimiento que me tocó vivir no cuenta”, asegura Noelia, hoy con 26 años, en una carta escrita a Infobae. Es la primera vez que Noelia, acompañada de su madre, Marta, hace pública su historia.
Diego Alberto Prelli, un sobrino de su papá que por ese entonces tenía 16, abusó sexualmente de ella aprovechándose de la relación de confianza que mantenía tanto con la niña como con el resto de la familia. Se desconoce la cantidad exacta de hechos, aunque se cree que fueron varios. La familia vivía en un departamento contiguo al de la abuela en la ciudad vecina de Aguilares, lugar en el que residía Prelli: el trato era cotidiano y nada hacía suponer el horror que se escondía detrás. Con el tiempo, otro episodio revelaría lo ocurrido.
Pasó algún tiempo y recién pude hacer la denuncia sólo hasta que condenaran al abusador de mi otra hija”, dice Marta, madre de Noelia.
La mujer entonces radicó la denuncia el 8 de octubre de 2010 en el Centro Judicial de Concepción y a partir de allí se inició un periplo que se extendió por una década.
El 18 de junio de 2018 la Sala 1 de la Cámara Penal de Concepción, conformada por los jueces Elena Grellet de Barrionuevo, Jesús Carlos Pellegri y Sergio Dante Altamirano, declaró penalmente responsable a Prelli, padre de una nena él mismo, que sufría una discapacidad en una pierna, de un delito “confirmado definitivamente como abuso sexual gravemente ultrajante por resultar en graves daños en la salud física o mental de la víctima menor de edad”.
Sin embargo, como todo sucedió cuando el abusador tenía 16 años, los jueces resolvieron remitir el expediente hasta un tribunal de menores dentro de la órbita de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán para que estableciera cuántos años debía pasar tras las rejas. Hubo justicia, pero a medias, ya que desde que comenzó todo el proceso, Prelli no pasó un solo minuto en la cárcel pese a que las pruebas en su contra eran contundentes y que fue encontrado culpable. Su defensa, además, aprovechó que la condena no era definitiva para tratar de extender aún más los tiempos de su libertad. El expediente volvió a los tribunales de Concepción y fue archivado.
La decisión del máximo tribunal de Justicia, presidido por la magistrada Claudia Sbdar, era sencilla: fijar fecha y hora. Al poco tiempo, Diego Alberto Prelli, el hombre que abusó de su hija cuando aún era un adolescente, había muerto de un infarto fulminante.
“Hoy cuento mi historia como último recurso, buscando de alguna manera encontrar algo de paz en mi alma. Hace años me encuentro en un lugar oscuro, iluminado a veces por las personas que me aman. Sin embargo es inevitable sentir que mi vida está en pausa, que busco desesperadamente a esa niña dentro de mí, esa niña cuya inocencia fue robada, esa niña que tenía pesadillas todas las noches, quiero encontrarla, abrazarla y decirle que lo que le hicieron no es su culpa y quien lo hizo hoy está cumpliendo su condena. Pero no puedo, no puedo darle ese consejo. Pasaron más de 10 años esperando justicia, justicia que nunca llegó”, dice Noelia en su carta.
“La Justicia cuando es lenta, no es justicia”, es la primera reflexión de Marta. Por eso cuenta su historia, para que el Poder Judicial “se comporte a la altura” y “para que el exceso de burocracia y la lentitud humana no sea otra condena en pleno proceso. Ella está a más de 300 kilómetros y no la pude ni abrazar cuando nos enteramos de que él había muerto”, afirmó.
Pese a las adversidades, la mujer habla con orgullo de Noelia y sabe que desde ahora no se va a poder hacer nada más a nivel judicial. “Mi hija es la mujer más valiente que conozco. Superó una internación en un psiquiátrico, sus adicciones y sus miedos. Hoy ella misma decidió dar a conocer esto porque no puede quedar en la nada. Muerto el imputado, todo finaliza para el sistema judicial. Ella sufre mucho porque es imposible borrar un pasado que la perseguirá toda la vida. Pero no se dejó caer más desde que salió de la internación. Lo que me queda claro ahora es que la muerte muchas veces no es justicia, es impunidad”, concluyó Marta, quien lo que más lamenta es no poder contestarle a Noelia por qué no hubo justicia.
Pasaron 21 años desde que fue abusada. Por lo menos desde ese año empiezan sus recuerdos. Pero la marca quedó para siempre. El único consuelo para Noelia es que su experiencia le sirva a otras para contar lo que les pasó y en su carta, le dejó un mensaje claro a la justicia.
“No les den la comodidad del silencio a sus abusadores”, sintetiza. /Infobae