Dolores Etchevehere y su marido tomaron hace 15 años el campo de “Don Segundo Sombra”
No es la primera vez que Dolores Etchevehere participa de la toma de un campo familiar en reclamo de una herencia. Hay un antecedente, de octubre de 2005. Por entonces, la protagonista de la actual disputa en Santa Elena, Entre Ríos acompañó a su esposo, Segundo Güiraldes, en la usurpación de la estancia “La Porteña”, un pintoresco establecimiento rural que se hizo célebre porque allí se escribió el libro “Don Segundo Sombra”, un clásico de la literatura gauchesca argentina.
El conflicto de entonces lo denunció una sobrina del famoso escritor Ricardo Güiraldes, de nombre Rosaura, que acusó a su primo Segundo –todos del mismo apellido- de irrumpir en el casco rural con un grupo de personas armadas, que no la dejaban entrar a pesar de que ella aseguraba ser la heredera legítima.
El caso, con increíbles semejanzas y una protagonista común respecto del que sucede 15 años después en Entre Ríos, consta en una nota publicada en Clarín el 31 de octubre de 2005. Allí se describe que Rosaura denunció por “usurpación” a su primo, quien “viviría en la casa con su esposa, Dolores Etchevehere, y una guardia armada que se rota, además de algunos peones”.
Según contó por entonces Rosaura, alguna vez estuvo en tratativas con Segundo para venderle «La Porteña». La oferta que Segundo hizo por escrito era por un millón de dólares. Esa oferta es el origen de la ocupación, ya que Segundo sostiene que llegó a hacer algún pago. «Que presente los comprobantes —desafió Rosaura— Yo ya quisiera que la Justicia reaccionara. No queremos que las cosas terminen mal».
Lo cierto es que en una carta documento que Matías Young, el abogado de Rosaura, mostró a Clarín, Segundo argumentó haber ocupado la estancia para preservarla, porque no había nadie.
Según explicó Young, Rosaura desistió de la venta y le dijo a Segundo que, según las últimas tasaciones, el precio actual de las 150 hectáreas con el casco declarado monumento histórico nacional es de 1,7 millones, lo que ponía el precio de la hectárea en 11.333 dólares: un valor que conjugaba la historia de la estancia con el precio de las tierras de la zona en ese momento. La hectárea de un campo sin instalaciones se cotizaba alrededor de los 10 mil dólares, especialmente luego del desembarco de la familia Pérez Companc, que invirtió en esa región del noreste bonaerense.
Tramas semejantes
La crónica de Clarín puntualizaba que la estancia donde Ricardo Güiraldes escribió «Don Segundo Sombra» parecía poseída por el espíritu de Martín Fierro, su contracara gauchesca. Pero que, “lejos de aquella apacible obediencia del personaje de Don Segundo, un tocayo del presente y de la vida real, llamado Segundo Güiraldes, sobrino nieto del escritor y cónyuge de Dolores Etchevehere, fue denunciado por usurpar la estancia «La Porteña» con un ex policía bonaerense y cinco supuestos lugartenientes como guardia armada”.
Otra similitud curiosa con el caso entrerriano es que se repiten algunos nombres de pila. Por ejemplo, hay una Leonor en cada trama. Ese era el nombre de una hermana de Rosaura y también así se llama la madre de Dolores Etchevehere, Leonor Marcial Barbero. Leonor Güiraldes falleció en 1997 y entonces Rosaura se declaró como única heredera del establecimiento.
La guerra judicial entre estos parientes tiene ribetes polémicos como en el caso de los Etchevehere. Primero Rosaura tuvo un conflicto con otro primo segundo, Manuel José Güiraldes, quien abrió en la estancia un hotel cuando Lourdes era la dueña. A la muerte de Lourdes, Manuel dijo que un contrato le permitía seguir allí hasta el 30 de julio de 2005, cuando finalmente dejó el lugar en medio de una disputa legal con Rosaura.
Pero Rosaura apenas pudo entrar a la estancia que fue de su abuelo y de su padre unos días. Según denunció en la Unidad Funcional de Investigación 5 de Mercedes, a cargo la fiscal María Inés Carlés, “en la madrugada del lunes 26 de setiembre de 2005, Segundo Salvador María Güiraldes y un supuesto grupo de cinco hombres armados al mando del ex policía bonaerense Ernesto Miño se instalaron en el casco, rompiendo candados y forzando puertas”.
La batalla familiar llegó a las amenazas con armas y tiros intimidatorios: luego de denunciar la usurpación, Luis Smith Estrada Güiraldes, un hijo de Rosaura, tomó por costumbre pasar dos veces al día por la tranquera de “La Porteña” para vigilar que los denunciados como usurpadores no se llevaran nada.
La crónica de Clarín sobre la guerra por la propiedad de Güiraldes en 2005.
El mismo tipo de vigilancia ejercer por estos días otro Luis, el Etchevehere que fue ministro de Agroindustria de la Nación, para certificar que nadie se lleve objetos del patrimonio familiar. A una de las personas que filmó en ese sentido, a la par del accionar policial, fue a Gabriela Carpinetti, auxiliar técnica de la Directora Nacional de Promoción y Fortalecimiento de Acceso a la Justicia, dependiente del Ministerio de Justicia de la Nación, la funcionaria que en estos días ha participado de posesión del establecimiento “Casa Nueva”.
Las amenazas también fueron parte de las acusaciones en el caso Güiraldes. Un día, según denunció el hijo de Rosaura , el ex policía Miño le señaló su cintura y, levantando una campera dejó asomar una pistola. Luego —según la exposición que hizo en la comisaría de San Antonio de Areco— el hombre disparó unos tiros al aire. Pero la sangre no llegó al río y la casa está en orden.
La usurpación del matrimonio Güiraldes- Etchevehere duró tres meses; se fueron –seguramente avisados- el día antes que funcionarios judiciales llegaron para desalojarlos.
Rosaura falleció en 2014 y el litigio sucesorio todavía se dirime entre un socio de ella y otro miembro de la familia, José Smith Estrada Gúiraldes.
En “La Porteña, que hasta el coronavirus ofrecía alojamiento de turismo rural, está intacta la biblioteca de Ricardo Güiraldes, en la habitación que ocupaba el escritor (que murió antes que su padre y por eso nunca fue dueño de la estancia), además de muebles de valor sentimental e histórico.