Fernández prepara otra costosa gira mundial y Massa no repunta en las encuestas de UP
En Casa de Gobierno se ha instalado una extraña lógica que es resultado de los tiempos que corren. A nadie parece importarle mucho nada con respecto a la administración del Estado. “Si Sergio maneja todo!” justifica –un poco en broma, un poco en serio- un colaborador de la prensa oficialista entre sonrisas irónicas.
Alberto Fernández puede estar en su despacho sin que nadie sepa qué hace, salir sin ser visto rumbo a Puerto Madero –dejando flamear la banderita que indicaría que está trabajando-, o huir a Olivos en cualquier momento de la misma manera en que llegó, movilizando ese costoso helicóptero presidencial que es una especie de Cabify de la oficialidad.
El lunes, el presidente no tuvo otra actividad que asistir al Congreso Nacional del Agua en el CCK, donde aspirando a explicar la importancia del agua dijo que muchas veces la desnutrición infantil no es por falta de comida sino del vital líquido.
“Eso pasa en la Argentina del presente, en el norte. En esas comunidades de pueblos autóctonos por las que hemos trabajado todo este tiempo, pero no hemos logrado darle una solución definitiva al tema”, reconoció Fernández ante un auditorio que lo observaba extrañado y con miradas de franca desilusión.
Desde el mismo escenario, el Mandatario volvió a apuntar sus cañones hacia Javier Milei, al manifestar que “a los negacionistas les va bien. Ellos niegan la existencia del terrorismo de Estado y niegan el cambio climático”. Otra vez los asistentes no tuvieron otra opción que aplaudirlo incómodos.
Ese mismo día, después de la catarata de anuncios que hizo por la red de Elon Musk, Sergio Massa viajó a Brasil para conseguir otra foto con Lula en medio del polémico ingreso del país al bloque de los BRICS, y también para recibir promesas que a las pocas horas nadie recordaba.
El bombardeo mediático que mostró al ministro y candidato dando buenas noticias toda la semana, con sus funcionarios intentando explicar muchas medidas que se notaron visiblemente improvisadas, se fue diluyendo al quedar expuesto que eso que el oficialismo denomina “compensación”, fue previamente licuado con la devaluación del 22 por ciento decidida -sin avisar- el día después de la derrota en las primarias.
El despliegue comunicacional fue generado por encuestas que mandó a hacer Unión por la Patria y que siguen mostrando al tigrense en un virtual tercer puesto de cara al 22 de octubre. Una alerta roja que cada vez llama menos la atención en el comando de campaña del tigrense en Bartolomé Mitre 363, donde la actividad y la confianza ha mermado notablemente.
La flamante modalidad del equipo de comunicación presidencial es no dar a conocer agendas previas de Fernández ni de sus ministros, quienes, de todos modos, no realizan muchas labores diarias. El único que tiene su grupo de prensa por separado del de Gabriela Cerruti y su segunda Roxana Barone, es el jefe de Hacienda, quien según dicen desde el Ministerio de Economía: “No quiere saber nada con la gente de Alferdez” (según su nombre de usuario en la ex red Twitter, ahora X).
Los periodistas acreditados en la sede gubernamental nos enteramos por la tarde que Fernández había estado con representantes del Consejo Económico y Social. Simplemente para recibir de manos de sus integrantes de la CGT, UIA y la UTEP un proyecto de ley para formalizar el organismo.
Cuando salía al trote por la explanada de Rivadavia, el mandamás de la Unión Industrial Argentina, Daniel Funes de Rioja, adelantó su posición en referencia a lo que se iría complicando con el transcurrir de las horas, el pago de la suma fija que les impuso Massa.
“Hay problemas generales, transversales y hay problemas específicos dentro de cada sector, en la alimentación hay 34 sectores, con lo cual obviamente hay particularidades”, apuntó el titular de la COPAL, y agregó con respecto a su relación con el Gobierno: “Estamos tratando de que nos escuchen, hay intentos de diálogo que esperemos que coronen”.
El martes y miércoles las cosas se empezaron a dificultar para el presidenciable de Unión por la Patria. A las empresas de mayor envergadura y a las PyMEs se sumaron gobernadores e intendentes a la negativa de pagar el bono de 60 mil pesos -en dos veces- por el hecho de tener sus cuentas en rojo, o por aducir que ese dinero fue pautado previamente con los gremios en paritarias.
En el marco de esta situación, Massa se llamó a silencio, no obstante, Fernández aprovechó una visita a Catamarca para recuperar algo de protagonismo y salió duro contra las provincias -especialmente la Ciudad de Buenos Aires- y empresarios que se niegan a abonar el refuerzo salarial, que, según su versión, él mismo instruyó al ministro de Economía para que fuera ejecutado. “Piensen en la comunidad en la que viven y dejen de pensar en su bolsillo”, le gritó AF al empresariado sentado en el medio de una Ruta en pleno valle de Tinogasta.
Elevando cada vez más el tono de voz, el presidente bramó: “Y esto, para que nadie los confunda, no es el ‘plan platita’, es el ‘plan justicia’, que los que más tienen mejor repartan. No es otra cosa”. Al lado del gobernador local, Raúl Jalil y el riojano Ricardo Quintela, Fernández esbozó otra de sus incognoscibles frases.
En este caso una que volvió a hacer ruido en la sede de Hacienda: “Lo que no hicimos es hacerle caso al FMI porque si le hubiéramos hecho caso, la Argentina estaría hoy inmensamente empobrecida, con una devaluación impresionante”. Otra vez los massistas dejaron entrever que “sería mejor que Alberto se llame a silencio”. El entorno del candidato y ministro pareciera no poder deducir si lo de Alberto F. es falta de idoneidad o mero sarcasmo.
En esa línea, el jueves la vocera Cerruti tuvo que dar de baja su conferencia de prensa sin poder dar ninguna explicación sobre la suspensión. “El silencio es salud”, manifestaron quienes la quieren poco en Rosada.
En las puertas de Casa Rosada un grupo de jubilados pedían ser recibidos por el presidente con el propósito de hacerle llegar el reclamo por los magros ingresos que tienen y que se desvalorizan día a día. Una mujer angustiada mostraba un recibo con lo poco que cobra; la mínima de 64 mil pesos, y preguntaba “con esto ¿puedo vivir?”.
En el Palacio de gobierno nadie los recibió porque se estaba organizando la enorme y costosa gira presidencial que el jefe de Estado –junto a una numerosa comitiva- iniciará el 6 de septiembre en Nueva Delhi (India) donde se realizará el G20 los días 9 y 10/09. El nutrido grupo tratará de estar en Chile el 11/09 para participar de los actos que conmemorarán los 50 años del golpe de Pinochet a Salvador Allende.
Una semana después, partirán en otro tour a Nueva York a fin de no perderse la Asamblea General de la ONU. Es muy probable que, aprovechando la recorrida, la delegación pase por Cuba, lugar en el que se desarrollará el G77. La vuelta al globo finalizaría con el ARG-01 aterrizando en territorio chino bajo la excusa de profundizar el comercio bilateral y las relaciones con el gigante asiático.
En la tarde noche de una Plaza de Mayo muy fresca, en la esquina de Rivadavia y Bolívar se empezaba a agolpar la gente en situación de calle (o que necesita alimentos) con el objetivo de recibir el plato de comida que entregan grupos religiosos frente a la catedral porteña.
Mientras tanto, Fernández cerraba su lista de compromisos protocolares recibiendo al equipo masculino y femenino de Los Murciélagos en el Salón de Pueblos Originarios, a posteriori de que las mujeres obtuvieran el título mundial en Inglaterra.
Los deportistas no entendían el enorme dispositivo de seguridad que se activó alrededor de la actividad que los tenía como protagonistas. Es que sin que ellos lo supieran, el mismo tenía como verdadero objetivo impedir la cobertura periodística del evento a los cronistas acreditados. Otra de las tantas violaciones a la libertad de prensa que el equipo de Cerruti y Barone imponen en la sede del Poder Ejecutivo Nacional, obviamente, bajo la aprobación del jefe de Estado.
En tal sentido, el viernes, Fernández hizo una recorrida, nuevamente cerrada al periodismo, por obras de restauración del Espacio Borges en el barrio de San Telmo. A pocos metros, el comedor de la asamblea del barrio -ubicado en Chacabuco 608- tenía extensas filas de personas que esperaban que les dieran una ración para sobrellevar el último día de la semana.
Por su parte, Massa en Paraná (Entre Ríos) anunció el Previaje 5 y se sumó a la celebración del Día de la Industria, encontrándose allí con quienes sostiene una vedada discusión por la suma fija, que en rigor de verdad, se sigue negociando entre bambalinas, aunque los tiempos electorales del jefe de Hacienda requieran darla por hecha.
Más allá de esta circunstancia, el ministro/candidato no puede evitar mirar las proyecciones que seguramente su ladero en el INDEC, Marco Lavagna, tratará de menguar como hasta ahora. Nos referimos a un promedio inflacionario para el mes de agosto de un 13 por ciento.
A su vez, consultoras como la de Orlando Ferreres observaron que la actividad económica bajó 0,5% en julio y en los primeros siete meses de 2023 se contrajo un 1,1%. Esa misma firma midió que el consumo cayó 20% en la segunda semana de agosto y que persiste en esa dirección luego de la devaluación post PASO. Por su parte, Focus Market apunta que el consumo cayó 6,1% en el año.
Con esos guarismos, propios y extraños sostienen una deducción lógica que gira en torno a la idea de que, por el momento, el peor adversario de Sergio Massa no es Javier Milei ni Patricia Bullrich, sino su propia gestión, de la que cada vez se despegan más Cristina Kirchner y peronistas consuetudinarios como el gastronómico Luis Barrionuevo o el gobernador santafecino, Omar Perotti, actores del PJ que no hacen más que graficar lo que se vive al interior del ex Frente de Todos.
Juan Pablo Peralta, periodista acreditado permanente en Casa Rosada y el Parlamento de la República Argentina para FM Concierto 105.5