Massa no logra controlar precios y acudir a los Moyano complica su imagen
Los niveles de inflación que azotan a la Argentina van inclinando la balanza hacia decisiones cada vez más alejadas de las medidas clásicas y ortodoxas que señalan los manuales de economía. En épocas de Néstor Kirchner esto podía haber sido visto como una virtud. Hoy los tiempos marcan que esas «licencias» pueden generar más perturbaciones que tranquilidad.
Sergio Massa decidió dejar la presidencia de la Cámara baja para tomar el timón del Palacio de Hacienda porque vio la oportunidad de dejar de perder elecciones. Quienes lo conocen bien aseguran que el ex intendente de Tigre «tiene más aspiraciones presidenciales que cualquier otro peronista, pero con eso no alcanza», argumentaron desde el avinagrado «albertismo».
La terminal que está en Casa Rosada lleva adelante una estrategia nunca antes vista en una coalición de gobierno. En la idea de sobrellevar y sobrevivir los 11 meses que le quedan en ese febril estado de debilidad, se achaca logros que ni al propio abogado tigrense -convertido en economista- conforman. Apenas se les plantean datos específicos en materia de Indices de Precios al Consumidor, variables de ajuste, contracción en el consumo, suba de la pobreza e indigencia,etc, inician un recitado de números, que no solamente resultan incomprobables, sino que no tienen registro en lo que percibe la gente en la calle.
Las remarcaciones imparables en todos los rubros del mercado, en particular en el de los alimentos, llevó a Massa a sellar un acuerdo con el gremio de Camioneros -encabezado por Hugo y Pablo Moyano- para que fueran ellos quienes controlen los precios en los supermercados, donde según explicaron desde el propio sindicato, la logística de su organización entrega las mercaderías que transporta.
Si la idea fue un globo de ensayo, o un mecanismo que intentó emular lo que se hizo en épocas de Cristina Kirchner,cuando debido a que el costo de vida aumentaba, de manera mucho menor a la actual, y la agrupación La Cámpora se movilizó por los comercios chequeando que se respetara el plan de Precios Cuidados, algo salió mal. Y probablemente sea la variable tiempo histórico.
La viceprensidenta Cristina Kirchner avizora que el futuro del peronismo (en todas sus variantes) es el de opositor. Pero eso no la desentiende de la grave situación que se vive en estas horas aciagas. El mensaje que la ex mandataria baja a la militancia a través de sus jefes territoriales es: «Como pasó en el 2019, hubo que acudir a Alberto Fernández para ganarle al macrismo. Hoy la prioridad es que el proyecto se sostenga. Si para eso hay que aferrarse por un tiempo a las ambiciones de Massa, lo hacemos, pero que nadie se confunda, nosotros no somos ni Alberto ni Massa». Esto lo confesó en exclusiva un dirigente territorial del kirchnerismo bonaerense a Globatium.
En Balcarce 50 no hubo ningún respaldo directo a la decisión de que los choferes de camiones, tampoco que uno de los brazos activos del Movimiento Evita (Barrios de Pie), auditara el valor de los productos en góndola, por el contrario, apenas llegaron las primeras denuncias penales por parte de Elisa Carrió (Coalición Cívica en JxC) contra el Presidente, el ministro del área económica, y hasta el secretario de Comercio Interior, Matías Tombolini, se decidió desactivar los operativos, casi en consonancia con la administración de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que repudiando la decisión puso a disposición de los comerciantes el 911 de la policía con el fin de que denuncien en caso de ser visitados por camioneros.
Desde el ala cristinista, un alto referente del Instituto Patria, citó a Cristina y reiteró el concepto que ella tiene con respecto al sector del FdT que, para los kirchneristas, está parapetado en la sede del Poder Ejecutivo: «Siguen siendo la agrupación amague y recule permanente, así nos va», dijo irritado ese dirigente que responde a Jorge Ferraresi.
La escalada del dólar informal no cesa y parece ir camino a un inevitable valor que lo acerque cada vez más a los $400, el precio que muchos analistas indican que debería tener el formal, ya al borde de los $200. El término devaluación sigue siendo mala palabra, pero más allá de cuestiones semánticas, en los hechos objetivos, la misma se está produciendo sin el recurso de la «baja intensidad», ese que en el PRO denominan «gradualismo».
Juan Pablo Peralta, periodista acreditado permanente en Casa Rosada y el Parlamento nacional argentino para FM Concierto 105.5