“Nada más elástico que la economía”, la máxima de Juan Perón para ganar poder
En 1952 Perón tuvo una inflación de 60%. Congeló salarios, aplicó precios máximos y en sólo un año la tasa bajó a 20%. Ganó popularidad de inmediato.
“Todos tratarán de asustarlo con el fantasma de la economía. Es todo mentira. Nada hay más elástico que esa economía que todos temen tanto porque no la conocen”.
Esa frase es de Juan Domingo Perón. Y la escribió (no la dijo) en una carta al presidente chileno, el general Carlos Ibañez del Campo. Fue el 16 de marzo de 1953.
¿Por qué la escribió?
Primero, porque el líder trasandino estaba por visitar la Argentina. Y con Perón habían intercambiado correspondencia en vísperas del viaje. Segundo, Ibañez del Campo había asumido hacía poco. El argentino se permitió entonces unos consejos y le habló de economía.
No era para menos. Perón había empezado por entonces a disfrutar los beneficios del plan de estabilización lanzado un año antes. Lea atento, lector: Perón bajó la inflación de 60% (medida en los últimos doce meses) a… 20%. Sí, leyó bien: 40 puntos porcentuales de 1952 a 1953 y partiendo de un nivel de 60%. Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.
¿Cómo lo hizo? Básicamente, con un congelamiento de salarios y un control de precios más propio de las prácticas de la Gestapo que de una Secretaría de Comercio (aun con un Guillermo Moreno).
La frase “no hay nada más elástico que la economía”, pronunciada en pleno ajuste de 1953, demuestra que para Perón quizá siempre había tiempo para levantar el pie del acelerador. Incluso tras haber transitado un período de expansión de la demanda por encima de su potencial que le significó costos para su gestión: cuando el esquema distributivo que Perón había desarrollado empezó a resquebrajarse, el ajuste de la balanza comercial sobrevino y no tuvo más que lanzar un ajuste para 1952.
Hoy, Estados Unidos tal vez sea un ejemplo de esa flexibilidad de la economía que dice Perón, aunque por las buenas razones. Para frenar la aceleración inflacionaria más significativa desde 1981, la principal locomotora del mundo se encamina a un ajuste fenomenal: entre 2020 y 2021 su gasto público pasó de 21% del PBI a 31% y, según estimaciones del Congreso, este año bajaría a 24%. “Es el mayor swing del gasto público desde la Segunda Guerra”, dijo esta semana The Wall Street Journal.
Argentina, en cambio, es un ejemplo de la flexibilidad de su economía pero por las malas razones. Cuando abandona la senda del equilibrio, no retorna a él si no es con una crisis.
En un trabajo de los economistas Federico Grillo, Sebastián Katz y José Luis Machinea sobre la política fiscal bajo el peronismo (en el libro La economía de Perón), se encuentra que el plan estabilizador de 1952 no fue tal cosa como un ajuste hecho y derecho. El gasto público nacional como porcentaje del PBI, tras alcanzar un pico en 1949, nunca recuperó los niveles del preperonismo y en verdad se mantuvo estable durante todo el segundo gobierno de Perón. Lo mismo ocurrió con las tarifas y la brecha: no hubo correcciones de esas variables sino, más bien, postergaciones o, en todo caso, evitar que se sigan agravando como había sucedido hasta entonces.
¿Pero por qué funcionó el plan de Perón?
En 1953 los argentinos no tenían los mecanismos de adaptación que tienen hoy, 70 años después, a la inflación.
Pero también, porque los controles se hicieron con la autoridad de Perón. Decía en 1953:
- “Se pondrán en la calle los inspectores necesarios para que se respeten los precios. Si no se cumplen les daremos con los inspectores. Si todavía eso es insuficiente, les voy a poner la tropa y a culatazos se los voy a hacer cumplir”.
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“El problema de la inflación se va a resolver a corto plazo y yo espero que sea por las buenas, de lo contrario veremos de resolverlo igual. Se trata aquí, señores, de reestablecer el equilibrio de los salarios rotos por esa ambición de lucro desmedido. Los precios los vamos a comprimir todo lo que sea necesario y donde los comerciantes no pueden comprimirlos, veremos de comprimirlos nosotros porque somos capaces de poner en Buenos Aires toda la cantidad de negocios que sea necesaria y que se cierren los que no puedan vender al precio que fijamos. Los vamos poner y voy a vender verdura yo si fuera preciso”.
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“¿Cuál es la única manera que se puede utilizar para crear descontento? Privar a la población de su alimento principal y aumentar los precios en el otro sector en forma que se produzca un malestar natural de la masa que se ve privada de la satisfacción de sus necesidades más elementales”.
Perón criticó también a los economistas.
“No teman a los agoreros de la economía, generalmente les pagan para agitar el fantasma”.
“Posponer los problemas hasta el final lleva a un salto inflacionario que en aquel caso tardó mucho en llegar”, explicó el economista y experto en historia económica Lucas Llach, en una presentación sobre el plan de estabilización de Perón en el CEMA. “Fue con Frondizi y cuando unificó el dólar ‘para arriba’, la inflación superó el 100%”.