Un solo Día de la Lealtad peronista con tres actos diferentes organizados desde el Frente de Todos
El Día de la Lealtad, como se lo denomina en la Argentina desde aquel 17 de octubre de 1945, ocurrió cuando los trabajadores salieron a las calles desde los lugares más alejados de la ciudad de Buenos Aires, para copar la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, con el fin de pedir la libertad, del por entonces Coronel Perón, el hombre que estaba detenido en la Isla Martín García por decisión del gobierno militar de Farrel, y que venía impulsando desde la Secretaría de Trabajo diversos derechos laborales a través de los gremios que iban tomando forma bajo la naciente doctrina justicialista y alejándose del anarquismo.
Mucha agua corrió bajo el puente desde entonces, y el nacimiento del Peronismo comenzó a ser protagonista de la historia política argentina. Después de 76 años, la coyuntura peronista tomó el formato del Frente de Todos, que mantiene en su interior las viejas rencillas y diferencias de los sectores que lo integraron (e integran) con características, muchas veces, tan disímiles, que hacen de su estructura un esquema incomprensible para muchos politólogos del mundo, y también para los del país donde se originó.
La llegada del kirchnerismo al poder en 2002, se referenció en diversas corrientes que integraron el PJ pero con variantes, en particular sobresalió el ala más de «centro izquierda progresista». Eso no significa que no haya tenido buena relación con quienes en los ’70 eran considerados enemigos internos. Por ejemplo la denominada «burocracia sindical» y los «peronistas ortodoxos», considerados de «derecha». El ex presidente santacruceño decía que cuando los llamaban «kirchneristas» era para bajarles el precio y confinarlos a ser turistas del Peronismo. Tanto su administración, como las dos de su esposa, Cristina Fernández, mantuvieron ese forzado trato con el ala, que con el correr del tiempo los fue negando cada vez más. El experimento de la transversalidad había fallado y Kirchner sabía que debía recostarse nuevamente sobre el poder del Partido Justicialista (PJ) del que llegó a ser su titular.
La derrota del candidato de Cristina Kirchner en 2015, Daniel Scioli, significó la llegada de una alianza entre la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica de Elisa Carrió, encabezada por el empresario y creador del PRO, Mauricio Macri. Ese espacio también tenía (y tiene) dirigentes del peronismo, tal el caso del diputado Cristian Ritondo, o el actual primer candidato a diputado en la Provincia de Buenos Aires, Diego Santilli.
Esa coalición, que perdió en 2019, quedó desdibujada por los problemas económicos, que en vez de resolver, potenció y terminó en una vuelta al endeudamiento externo. Así fue que después de varias experiencias negativas en las que el Peronismo fue dividido a batallas electorales, se acordó conformar el Frente de Todos para enfrenta a Cambiemos. Una coalición liderada por CFK, que promovió al ex jefe de Gabinete de ella y Néstor Kirchner, quien el 10 de diciembre de 2019 llegó a la presidencia de la Nación: Alberto Fernández. La fórmula fue acompañada por más de 35 organizaciones políticas y sociales, la mayoría pertenecientes o referenciadas con el Justicialismo, sus gobernadores, intendentes, y jefes territoriales.
Dos años después, con una pandemia, para muchos mal administrada y que sumó errores de gestión económica, social y política, el FdT sufrió una dura derrota en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias del 12 de septiembre. Las divergencias que ya se notaban en el Gobierno salieron a la luz de manera encarnizada. Quienes creían en que las medidas sanitarias, el plan de vacunación y las ayudas estatales iban a garantizar un triunfo, chocaron sin anestesia con el desencanto producto de los números que incrementaron todas las variantes negativas que había dejado la administración anterior.
Así llegaron las críticas de Cristina Kirchner y la amenaza de vaciar el gobierno si no se cambiaba el rumbo y a varios funcionarios «albertistas». Llegaron los cambios, y el gobernador (en uso de licencia) Juan Manzur, asumió como representante de los gobernadores pejotistas del norte, como ministro coordinador de todas las carteras nacionales. Un dispositivo de emergencia gubernamental hasta que se defina la elección legislativa del próximo 14 de noviembre.
En ese contexto, llegó otro 17 de Octubre y las diferencias se graficaron en tres actos con dispares figuras, reclamos y objetivos. Primero CFK reapareció en la ex ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada, hoy convertida en el Museo de la Memoria), donde encabezó el cierre del Encuentro Nacional de Jóvenes de La Cámpora, la agrupación que encabeza su hijo Máximo (K), presidente del bloque oficialista en la Cámara baja. Allí pidió una “refundación” de la relación capital y trabajo y les solicitó “ayuda” a los empresarios, y agregó que «la derecha nos dice que la culpa la tienen los derechos de los trabajadores ¡Minga!, no es cierto!. La culpa es de la concentración cada vez más horrorosa del capital, lo denunció Francisco (el Papa). Creo que hoy esa propuesta del peronismo de articular una alianza social entre capital y trabajo excede nuestras fronteras, es una idea humana y cristiana”.
«Ya probaron con el gobierno de empresarios que iban a salvar el país… miren lo que nos pasó: terminamos con el FMI, endeudados”, y apuntó que “necesitamos esa alianza virtuosa, con un Estado con un rol preponderante”, remarcó la vicepresidenta para dejar en claro cuales son las diferencias que sostiene frente a Juntos por el Cambio.
Hasta las últimas horas del viernes pasado, el Gobierno no terminaba de confirmar si iba a participar de un acto para conmemorar la emblemática fecha. Manzur lo había descartado y el Presidente parecía ir por ese camino, hasta que después de enterarse de que desde la Asociación Madres de Plaza de Mayo, su titular, Hebe de Bonafini, hacía un llamado a marchar, a la vez, contra el pago de la Deuda Externa con el FMI, y que Andrés «Cuervo» Larroque, ministro de Desarrollo de la Comunidad en la Provincia de Buenos Aires y secretario general de La Cámpora, iba a participar del encuentro, las cosas dieron un giro de 180 grados. El mandatario decidió emitir un comunicado como principal responsable del PJ Nacional, desde el cual invitaba a la familia argentina a participar del encuentro en las plazas, a partir de las 16 hs en las plazas y respetando los protocolos de salud.
De apuro, el aparato partidario y de las organizaciones que fueron convocadas pusieron en práctica el mecanismo para llenar la vieja Plaza de La Victoria frente a la sede del Poder Ejecutivo. Pese al contratiempo, y que a su vez era el Día de las Madres, el objetivo de llenar en gran parte el histórico escenario se consiguió. Durante la tarde del domingo se especulaba con que el jefe de Estado iba a hablar, y hasta se dijo que llegó en helicóptero hasta las inmediaciones, desde donde la vista aérea mostraba la Plaza de Mayo y las inmediaciones repletas de gente. Según algunas voces, el mandatario no quiso descender en el helipuerto de la Rosada por las críticas que estaba recibiendo de parte de integrantes del FdT. Entre ellas estuvo la de la máxima referente de las Madres de Plaza de Mayo, Bonafini, quien en referencia a la urgencia que muestra Alberto Fernández y su ministro de Economía, Martín Guzmán para acordar con el FMI, expresó: «señor Presidente, más de la mitad de los argentinos estamos bajo la línea de la pobreza. Y usted ¿con qué quiere pagar la deuda?, y sumó: «le digo al Señor Presidente que nos da mucha mucha tristeza los que pasa, nos da mucha tristeza porque usted siempre se junta con los ricos, con IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina), con los gordos de la CGT (Confederación General del Trabajo). Espero que este discurso si le llegue». Se sumó a las diatribas que se hicieron a la gestión de Fernández, el ex titular de Hacienda y vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, que pidió que el frente sea con todos, y del intendente de Ensenada, Mario Secco, que minimizó el debate interno y declaró: «que se banquen las diferencias, no pagamos la deuda compañeros. Lo mismo hizo el titular de SUTEBA (Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires), Roberto Baradel.
Hubo un hecho que empañó el domingo y tuvo que ver con que un par de personas, alentadas por un grupo más grande, en teoría militantes de alguna de las agrupaciones convocantes, se subieron a pisotear y a quitar los carteles del memorial que familiares y amigos de las más de 115 mil víctimas de Covid-19, colocaron con piedras y el nombre de los fallecidos en el monumento al General Manuel Belgrano´, que está frente al ingreso de la Casa de Gobierno.
Como ya estaba estipulado, el lunes 18 a las 14 hs, la Confederación General del Trabajo mantuvo su propio acto en el Monumento Canto al Trabajo, ubicado en las avenidas Paseo Colón e Independencia. Obviamente, la vieja disidencia intraperonista entre la burocracia sindical (Siglo XXI), y la postmoderna izquierda progresista se revivió (por suerte sin disparos ni muertos) en clave electoral. Los caciques sindicales pusieron toda su estructura para mover más personas que la jornada anterior y pelear Poder. Allí se leyó un documento y no hubo oradores individuales. El dato fue que después de bastante tiempo, el líder camionero, Hugo Moyano, participó de una iniciativa conjunta con sus ex colegas, bautizados «Los Gordos».
La consigna fue «Desarrollo, Producción y Trabajo», y lo que se quiso subrayar es que considerada (la CGT) como la principal organización gremial del país «la responsabilidad de representación mayoritaria que la distingue, nos convoca a: la defensa del aparato productivo nacional; la demanda de políticas económicas que promuevan la generación de empleo genuino; el fortalecimiento de los sistemas de seguridad social y de Salud; el acceso universal a una educación de calidad; el desarrollo con equidad que posibilite un proceso de movilidad social ascendente y una justa redistribución de la riqueza; el reclamo de un compromiso de responsabilidad social empresaria que le cabe a los sectores de mayor concentración económica y la reconstrucción de un Estado presente, regulador de la economía y promotor del desarrollo económico y social. El peronismo debe promover la alianza entre la producción y el trabajo, única fórmula que garantiza un crecimiento sostenible con justicia social».
En el escrito al que se dio lectura, se puso de manifiesto que «la profundidad de la crisis actual requiere de señales muy claras. Por eso marchamos como la expresión de unidad de las y los trabajadores, como símbolo de unidad del Movimiento Obrero organizado y con vocación de sostener la unidad del peronismo. Es momento de transformar hacia adentro el horizonte y el futuro de los argentinos y argentinas. Llegó la etapa de poner en marcha políticas que sienten las bases de la transformación económica y social de nuestro país. Es tiempo de Justicia Social, compromiso irrenunciable y militante del Movimiento obrero argentino.
Juan Pablo Peralta, periodista acreditado en Casa Rosada y en el Parlamento nacional argentino para FM Concierto 105.5