Con Fernández fuera de juego y Massa cada vez más complicado se cae el castillo de naipes de UP
Es la primera vez que un candidato a presidente tiene la suma del poder público y el manejo de todos los resortes del Estado sin saber si va a llegar al sillón de Rivadavia. El peronismo -en todas sus versiones- convirtió a Sergio Tomás Massa en una suerte de interventor del poder de turno que borró del mapa coyuntural a Alberto Fernández.
Tampoco había ocurrido nunca que quien tuviera la botonera política, económica y electoral del país no esté físicamente en la Casa Rosada sino en el edificio de enfrente -en Hipólito Yrigoyen 250- sede de Economía, donde desde el principal despacho del quinto piso se ve el perfil sur de Balcarce 50, que desdibuja la clásica postal de ese sitio histórico en el que parece asomarse un tembladeral de cambios inminentes.
El hombre que asumió junto a Cristina Kirchner el 10 de diciembre de 2019 atraviesa sus últimos días en el cargo de titular del Poder Ejecutivo Nacional entre la Residencia de Olivos, Puerto Madero, su esquivo despacho de gobierno, el CCK, y alguna que otra recorrida por obras distritales o visitas provinciales. Esa rutina quizás se rompe con un tuit sin mayor trascendencia o concediendo entrevistas a periodistas amigos y medios oficialistas.
Pese a haberlo prometido en reiteradas oportunidades ante los periodistas que estamos acreditados permanentes en Casa de Gobierno, Fernández nunca dio conferencias de prensa en la sede del PEN u Olivos. Ese tipo de actividades quedaron en el recuerdo de aquellas ruedas que encabezaba en épocas de la pandemia, en soledad -o al principio- junto al saliente alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta y el gobernador Axel Kicillof.
Inclusive, desde que el líder del Frente Renovador tomó el absoluto control del discurso de campaña, se desactivaron las presentaciones públicas de los jueves de la portavoz Gabriela Cerruti frente a quienes cubrimos la actividad oficial en Rosada.
Pasado el primer debate, en el que los cinco candidatos presidenciales parecieron actuar sus spots de campaña (si bien prometen más para el segundo), iba en aumento mediático el escándalo del ahora ex jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde.
Una de las imágenes publicadas en redes sociales por la influencer.
El folletín en el que Massa, Fernández y el titular de los asesores bonaerenses, Carlos Bianco, trataron de minimizar lo que circula obscenamente por las redes sociales. Una circunstancia que ellos denominaron “error”; “falta ética”, y hasta llegaron a relacionar con una posible “extorsión” al dirigente lomense, pero nunca con un delito.
De todos modos, el tema ya está en manos del Poder Judicial, al que se le suma el de otros caciques territoriales del Conurbano, como el merlense, Gustavo Menéndez, quien podría comprometer aún más las expectativas electorales de Unión por la Patria. El actual presidente de Grupo Provincia fue denunciado en los tribunales federales de Comodoro Py por viajes y gastos injustificados, lavado de activos, enriquecimiento ilícito, administración fraudulenta, y otros temas.
En esa lista también figura el cuestionado edil de La Matanza, Fernando Espinoza, que al igual que su par de Lomas de Zamora, vive en Puerto Madero y no en el partido que administra con altos niveles de pobreza, inseguridad y desidia.
El ex secretario de Balestrini gusta de hacer escapadas secretas a lujosos destinos internacionales. En varios de ellos fue captado infraganti por argentinos que lo reconocieron, por ejemplo, en Nueva York. El hecho es que, si el PJ bonaerense no logra controlar la ebullición que detonó el “Marbellagate”, la implicancia de éste y otros casos irán in crescendo en las próximas semanas en el transcurrir de una, cada vez, más belicosa pelea por votantes. Sobre esto en Rosada prefieren no hablar.
Pese a la situación que mantiene al presidente muy alejado de la mesa de decisiones del ex Frente de Todos, el virtual jefe de Estado decidió participar en el Coloquio de IDEA que se desarrolló en Mar del Plata, donde como en la 5ta Cumbre de Salud Mental en la que también estuvo, no dejó conceptos que resultaran interesantes ni siquiera para los medios que le fueron más afines esto casi cuatro años.
Lo único que pareciera desviar por momentos la atención sobre estos episodios -al igual que la firma del decreto que retrasó firmar Fernández aprobando el pliego que se aprobó en el Senado de Ana María Figueroa– es el incesante crecimiento del valor del dólar. Es decir, la pérdida sistemática del valor del peso, que se degrada día a día y licúa todos los anuncios que Massa vino haciendo de manera maratónica durante las últimas semanas.
El jueves se dio otro fenómeno producto de la presión que impone la moneda estadounidense. Para no alarmar a los mercados, en vez de optar por un feriado cambiario, se ejecutaron operativos y allanamientos en bancos y varias entidades financieras de la city porteña, que lo único que consiguieron con la eventual paralización mercantil, fue instalar falsamente que el billete verde se mantuvo al valor del cierre de la jornada anterior, en 843 pesos.
Sin embargo, los arbolitos, cueveros y locales comerciales que circundan el palacio gubernamental lo cotizaban entre $865 y $900. Otro dato negativo, fue que esa tarde los dólares financieros mantuvieron su fuerte tendencia alcista y el Riesgo País trepó hasta los 2718 puntos.
En ese clima tenso, el viernes el Ministerio de Economía volvió a publicar el índice Massa-Rubinstein. Ese que mide con métodos poco ortodoxos el IPC de manera semanal. El dato, que no se condice con lo que vemos los consumidores en supermercados y comercios de cercanía, asegura que el IPC -entre el 25 de septiembre y el 1 de octubre- fue de 1,3%, afirmando además que “el proceso de desaceleración (de la inflación) es significativo”.
Los funcionarios de Hacienda esperan que el INDEC dé un 11% -promedio- mensual en este octubre. La operación antiinflacionaria de Hacienda duró poco, porque mientras Massa persistía con más cepos y controles buscando el objetivo de parar a la moneda norteamericana, la inflación oficial en CABA daba 12%, con un interanual del 140%. En ese contexto, los alimentos treparon 14,1% y van en línea con las tarifas de servicios, transporte, alquileres, naftas, telecomunicaciones, alquileres, ropa, medicamentos y otros rubros.
Sobre el cierre semanal de las ruedas de intercambio monetaria en el circuito capitalino, el dólar blue rozó los 900 pesos. En un pasillo de la Rosada un administrativo comentó imbuido en el más estricto sentido común: “Para qué tantos allanamientos si hoy los verdes te los mandan en delivery a tu casa o donde quieras”.
Claro, las puestas en escena de la Aduana y la AFIP no dan resultado porque ocurre algo que los funcionarios conocen más que nadie, lo que rige el valor del dólar es la ley de la oferta y la demanda, y en este clima de escasez de reservas no se van a cambiar las reglas del sistema capitalista por más puestas cinematográficas que se hagan para las cámaras de los canales de noticias.
La última actividad pública que hubo en Casa de Gobierno luego de siete días intensos, fue la presentación de cartas credenciales de siete nuevos embajadores ante un Alberto Fernández sonriente en el Salón Blanco. El mandatario encabezó luego un cónclave con integrantes de la comunidad armenia y ahí quedó la cosa.
El entorno presidencial se dedica por estas horas a organizar el viaje que el mandatario -y una numerosa comitiva- emprenderá a China entre el 15 y el 18 de octubre, poco antes de los comicios generales que generan temores en el frente económico, político y social de toda la Argentina.
Juan Pablo Peralta, periodista acreditado permanente en Casa Rosada y el Parlamento de la República Argentina para FM Concierto 105.5