La economía de changas: el salvavidas de la clase media para llegar a fin de mes
El sector de trabajadores independientes o por cuenta propia es uno de los más dinámicos del mercado, incluso creciendo por sobre los niveles pre-pandemia
El concepto «gig economy» o, economía de changas, surgió hace más de una década en los Estados Unidos, no por casualidad después de una de las peores crisis financieras del país. Nuevas plataformas como Uber aparecían como una solución para las personas que buscaban generar ingresos extras en un contexto atravesado por la recesión.
Por supuesto, no se trata de un fenómeno exclusivo del país norteamericano: una reciente encuesta de la consultora PxQ para Uber, señala que en la Argentina el segundo motivo (30%) por el que los choferes se incorporaban a la plataforma era porque necesitaban generar ganancias adicionales, a pesar de que ya tenían otra fuente de ingresos.
La cifra coincide con los datos recopilados por Cippec, Bid Lab (del Banco Interamericano de Desarrollo) y la Organización Internacional del Trabajo para su libro ¿Cómo es trabajar en un app en Argentina? Allí, el 30,2% de los encuestados –especialmente los que prestaban servicios virtuales de alta calificación– señalaba que había comenzado a trabajar con las plataformas digitales por la posibilidad de acceder a un ingreso extra.
La flexibilidad para manejar los horarios también fue uno de los motivos mencionados; aunque uno de cuatro trabajadores que ofrecían servicios físicos de baja calificación citaba la imposibilidad de conseguir otro trabajo.
Si bien esta era una tendencia que se registraba antes de la pandemia, en los últimos años parecería haber aumentado, teniendo en cuenta su impacto en el mercado laboral y el empeoramiento de la situación macroeconómica. Por ejemplo, Workana, un marketplace para freelancers, experimentó un crecimiento del 50% en sus usuarios y se estima que la cantidad de profesionales registrados en este tipo de plataformas superó el millón.
El último informe de Ecolatina sobre la situación del empleo destaca que el ritmo del mercado laboral va a seguir influenciado en parte por el cuentapropismo, que creció casi un 14% interanual y ya está casi un 10% por arriba de 2019, es decir, pre-pandemia. «Es una tendencia global impulsada por las nuevas tecnologías y exacerbada, en nuestro país, por la necesidad de apuntalar los ingresos reales familiares», señala el informe.
«Un poco creo que tiene que ver inicialmente con que ya la vida de cualquier trabajador dentro de una empresa no es tan clara como hace 30 o 40 años», analiza Ignacio Ruiz, economista de Ecolatina, y agrega: «las características de muchos empleos más modernos o más tecnológicos, hacen que el perfil de un profesional sea más adaptable a ese pluriempleo». «En el caso de los que no son profesionales, al menos en la Argentina, tienen que ver con una cuestión de que no siempre es seguro tener una sola fuente de ingresos por la inestabilidad que tenemos», señala.
Este escenario, dice, se traduce en una mayor permeabilidad a este tipo de modalidades por parte de la población.
«En general, yo creo que si la gente tiene varios empleos es porque no tiene suficientes ingresos, porque los salarios son bajos, o porque las empresas contratan por pocas horas semanales. Entonces, en definitiva, se trasluce así a la macroeconomía. Una macro más sólida, con más producción, con más generación de empleo, debería dar más estabilidad y espacio full time a la gente», analiza Darío Judzik, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella.
Ruiz calcula que tres de cada cuatro nuevos empleos creados durante el tercer trimestre de 2021 son cuentapropistas o asalariados informales, en contraste con 2019 cuando tres de cada cuatro nuevos empleados eran asalariados formales. Aunque dice que esto no se debería traducirse automáticamente en una precarización del mercado laboral –fueron algunos de los sectores que más cayeron en 2020, entonces la baja base de comparación ahora hace que el crecimiento sea traccionado por esas modalidades–, pero es una tendencia previa a la pandemia, que se confirma con la vuelta progresiva a la normalidad.
«Al tercer trimestre de este año había en esa modalidad [cuentapropismo] casi 3,5 millones de personas, el promedio del año pasado eran 2,9 millones, y en 2019 el promedio era 3,2 millones. O sea que si comparamos, se ve un cierto aumento que no tiene que ver necesariamente con la recuperación de la actividad, sino que tiene que ver con un cambio de tendencia o algo por el estilo. Comparado con 2018, da 3 millones, entonces tenés casi 500.000 personas más que están trabajando en un empleo por cuenta propia, con toda la heterogeneidad que tiene ese grupo, pero eso marca un poco el cambio de paradigma», apunta Ruiz.
Ese gris del mercado laboral, que si bien está registrado tiene menos beneficios que un empleo en relación de dependencia, es un amplio abanico que incluye personas que facturan porque necesitan generar ingresos extras, changas, relaciones de dependencia encubiertas, trabajadores independientes, entre otras. Y está creciendo.
«Dentro de todas las personas que se autodenominan autónomas en la Encuesta Permanente de Hogares, aproximadamente la mitad son profesionales independientes –abogados, contadores, gente que factura honorarios profesionales por monotributo–; y la otra mitad es empleo de baja calidad, que es registrado, pero muy vulnerable», explica Judzik. «El monotributo era una herramienta que terminó usándose mal», reflexiona.
La recuperación del empleo, impulsado principalmente por el cuentrapropismo y el sector informal, contribuye a lo que Judzik describe como un mercado de trabajo dual. «Claramente tenemos un mercado dividido en dos: tenés asalariados registrados, que tienen una protección bastante completa que incluye licencias, vacaciones, permisos, indemnización; mientras que tenés todo otro mundo que es el de los informales y los autónomos, sin ningún tipo de protección», explica.
Si no hay una modificación de las leyes actuales –pensadas, dice, para los trabajadores formales, que son un universo más fácil de medir y regular– a futuro, Judzik espera una intensificación de esa ‘grieta’ en el mercado laboral. «Sin flexibilización laboral y sin sacar derechos laborales básicos, hay maneras de agregar modificaciones que incentiven el empleo registrado, en algún registro un poco más razonable que los monotributistas, los autónomos y las aplicaciones, que no tienen ningún tipo de protección», cierra.