Economía
Para calmar al dólar, el ministro Guzmán hará (desde hoy) todo lo contrario a lo que vino haciendo hasta ahora
En la narrativa de Borges, en cualquiera de sus cuentos, siempre hay un momento singular, una especie de instante “bisagra” que conduce a lo que el genial escritor va a llamar “destino”.
Ese instante, lo aprendemos como lectores, es el que define la suerte de sus historias.
Con una brecha entre el dólar oficial y el contado con liquidación que ha crecido casi 45 puntos porcentuales en sólo 20 días, uno tiene derecho a preguntarse si el momento borgeano ha llegado en la inquietante narrativa financiera local.
El protagonista de la historia es, desde hace algunos días, el ministro Martín Guzmán.
Ungido oficialmente por el Presidente como el poseedor de las llaves de esa iglesia iconoclasta que es la economía argentina, el discípulo de Stiglitz tiene, desde hoy, un enemigo declarado: la brecha cambiaria.
Con un dólar contado con liquidación en $165 (llegó hasta $172, pero descomprimió con las palabras de Guzmán en IDEA), la pregunta sigue.
Si se lo piensa, resulta contradictorio que el mismo Gobierno que promueve y perfecciona el cepo cambiario tenga ahora aversión a la existencia de dólares financieros que funcionan en paralelo, ya que sin cepo no habría mercado paralelo, ni el “liqui” tendría la entidad que hoy ostenta.
No obstante, si se hace el ejercicio de “deconstruir” las restricciones, se verá que fue el expresidente Macri el primero en instrumentarlas y que sólo después Miguel Pesce apiló medidas para ir restringiendo el acceso a ese mercado por el lado de la demanda.
Ahora es el turno de Guzmán, un pragmático defensor de meter las manos en el mercado del dólar financiero y un estudioso del desdoblamiento cambiario que entiende que las cosas podrían ser distintas.
Lanzado el cepo, dos fueron las formas en las que las empresas fueron erosionando las reservas por encima de lo habitual. Por un lado, los importadores compraban dólares al tipo de cambio oficial, adelantando pagos que habitualmente “calzaban” con sus proveedores, bajo la idea de una futura devaluación, generando una especie cercana a la profecía autocumplida (a mayor especulación, mayor demanda, menores reservas).
La otra es que empresas que mantenían deudas tomadas en el exterior utilizaban las líneas de crédito en pesos a tasas subsidiadas para comprar dólares oficiales y cancelar por anticipado esos préstamos en moneda dura. Hasta allí llegó el BCRA para ir regulando esas operatorias.
A pesar de las medidas, la tendencia declinante de las reservas continuó. Desde mediados de septiembre, cuando Pesce anunció más restricciones, el número de dólares de las reservas disminuyó más de u$s1.700 millones. En lo que va de octubre, el saldo es negativo en casi u$s600 millones.
Vistos los resultados, Guzmán promete avanzar en sentido contrario, aunque sin desarticular, por ahora, los mayores controles por el lado de la demanda.
Para ello, propuso flexibilizar la operatoria del contado con liquidación, darle más liquidez a ese mercado, quizás que los particulares que no suelen hacer operaciones en la Bolsa pueden, con un botón del home banking, comprar o vender títulos valores para generar oferta y demanda de ese dólar financiero.
Supone Guzmán que eso le daría un valor más acotado a esa cotización y, por ende, lograría reducir la brecha. Le juega en contra el nuevo impuesto al dólar ahorro, claro, que le pone un piso “alto” a ese objetivo.
Una de las medidas que tomará el ministro de Economía es anular los días de “parking” que impuso a los inversores no residentes para hacer contado con liquidación.
La historia corta dice que había fondos de inversión que se querían ir del mercado argentino y que estaban posicionados en pesos. Lo que hacían era vender sus activos en pesos para comprar dólares por medio de la Bolsa, por ende, subían un poco las cotizaciones paralelas.
En el Gobierno les dijeron que no hicieran eso, que ellos les iban a ofrecer Letras en pesos, y que cuando venciesen esas Letras les harían subasta de dólares.
Así podían “salir” sin presionar el tipo de cambio paralelo. Se iba a hacer una subasta en agosto, otra se iba a realizar en septiembre y la última, en noviembre. Pero llegó agosto, vencieron las Letras, y en el Gobierno miraron para otro lado. Es decir, no les hicieron la subasta. Entonces esos fondos empezaron a hacer operaciones de “liqui”. La respuesta del Gobierno fue redoblar la apuesta.
Les pusieron un “parking” a 15 días para quienes querían hacer contado con liquidación, siempre que fuesen inversores no residentes. Ahora, esa medida quedaría sin efecto.
Otro de los atajos que buscará el ministro Guzmán en los próximos días fue anticipado por él mismo el viernes, cuando adelantó por las redes sociales un proyecto que buscará incentivos tributarios para las inversiones en pesos.
Está pensado que se exima del Impuesto a las Ganancias a los activos en pesos que se encuentran indexados con cer, uva, etc, pero también a otros activos en moneda nacional que tengan como objetivo último una inversión productiva.
A la vez, se pensó en una exención del Impuesto a Bienes Personales, las obligaciones negociables, los activos destinados a financiar inversión productiva y participaciones en fondos comunes de inversión y los fideicomisos cuyo activo subyacente sean activos ya eximidos.
La lectura obligada es que, a la vez, la propuesta de Economía busca gravar en Bienes Personales a determinadas inversiones que hasta ahora se encuentran exentas y que lo estuvieron desde la creación del impuesto.
La lógica es que, para no quedar sujetas al impuesto, tendrían que permanecer en el patrimonio, por lo menos durante 270 días del año (75% de la duración del año), en forma continua o discontinua, o mantenerse desde el 1 de diciembre hasta el mes de mayo del año siguiente (plazos fijos, fondos comunes, obligaciones negociables, depósitos en caja de ahorro son de la partida).
Un dato que no escapará a la pregunta es qué pasará con el objetivo antes mencionado de darle mayor liquidez al contado con liquidación. Si esas operaciones quedan alcanzadas ahora por el nuevo marco tributario que propone Guzmán (para hacer contado con liquidación hay que comprar y vender un bono o una acción por un tiempo corto), podría pensarse que en lugar de estimular la operatoria se avanza en sentido inverso.
Mientras tanto, en el BCRA resisten, hasta tanto quede claro si el FMI va a socorrer con una inyección de dólares. Por un lado, ralentizan las autorizaciones de importación donde los pedidos se acumulan según sostienen fuentes del sector. Por otro, suman filtros informativos, es decir, se agrega burocracia que funciona de dispositivo de administración de divisas adicional.
Esto trae aparejados algunos problemas que empezarán a verse. Por ejemplo, empresas que se dedican a la venta de acero y hierro, como Acindar, especulan y comienzan a incorporar “filtros” para decidir a quién le venden, en qué condiciones, y desde hace algunas semanas cerraron la posibilidad de hacer acopio.
Es decir que en los últimos días han agregado trabas. Esto también podría complicar a un sector que es la carta fuerte del Gobierno. Se trata de la construcción.
Si se vende cemento pero hay dificultades para hacerse de hierro, entonces la construcción de frena.
La suba de tasas también fue decisión del BCRA. Subió de 27% a 30% la tasa de interés que paga a los bancos por las operaciones de pases, y que viene trepando desde el 19%.
Es un movimiento gradual. Muy. Por otro lado, implementó una reducción de la tasa que pagan las Leliq que tienen las entidades financieras hasta un 37% anual.
De esa forma, libera pesos que los bancos van a usar para comprarle deuda al Gobierno, una especie de truco mágico que “transforma” la emisión que el BCRA gira al Tesoro en una especie de pasamanos, primero, con los bancos y son éstos los que financian al Gobierno, lo que podría no interesarles tanto a los bancos si es que se transforma en algo repetitivo y que gana magnitud.
También subió del 33% al 34% los rendimientos de los plazos fijos menores a 1 millón de pesos y a los de más de un millón de pesos los pasó de 30% al 32%.
La semana que se inicia traerá más preguntas.
¿Servirá esta vez el combo de medidas para frenar la escalada en la cotización del dólar o demuestra, en cambio, que no hay tantas herramientas después de todo más allá de ir acumulando restricciones?
¿Qué actitud sumará Kristalina Georgieva, la titular del FMI, quien pasó de respaldar el accionar del Gobierno a pedir un plan “creíble” para a economía argentina? /Ámbito