¿Se viene una dolarización?: Estas son las ventajas y desventajas de este régimen cambiario para Argentina
Desde fines de los '90 la discusión sobre dolarizar la economía se viene repitiendo en forma sistemática. ¿Ha llegado el momento de hacerlo?
El día de la marmota» es una memorable película del año 1993 interpretada por Bill Murrray, en la que el protagonista despertaba una y otra vez a la misma hora para cubrir el evento que anualmente se celebra en un pueblo de Pensilvania, en el que según lo que suceda con dicho animalito sus habitantes pueden pronosticar si concluye o no el invierno boreal.
Como en la película, la economía argentina parece responder a un patrón similar, por lo menos en lo que hace a la «eterna» discusión sobre la conveniencia o no de dolarizarla.
El mejor ejemplo de ello es lo que sostiene desde la década del 90 el economista Steve Hanke, quien insiste que la Argentina debe dolarizar su economía en forma total y legal.
Precisamente, el término «dolarización» bajo ese formato entró al debate económico en el año 1999 cuando el régimen de Convertibilidad se vio seriamente afectado por la incertidumbre provocada por la suspensión de pagos de Rusia y la devaluación brasileña.
Ante esa situación, el expresidente Carlos Menem anunció oficialmente que se estaba considerando reemplazar el peso por el dólar, algo que luego obviamente no se concretó. Hasta esa fecha sólo un pequeño grupo de países estaba oficialmente dolarizado, siendo Panamá el de más larga data, pues adoptó la moneda estadounidense en el año 1904.
Países que tienen el dólar estadounidense como moneda oficial:
• Ecuador.
• El Salvador.
• Islas Marshall.
• Estados Federados de Micronesia.
• Palaos.
• Timor Oriental.
• Zimbabue.
• Panamá, junto a su moneda oficial: el Balboa panameño.
¿Por qué dolarizar?
La dolarización puede ser formal, o integral, como sucede en Panamá, Ecuador y El Salvador, o informal, o parcial, cuando buena parte de las transacciones o la fijación de los precios de una gran cantidad de productos y servicios se realiza en esa moneda, como sucede actualmente en Venezuela o Argentina.
El que un país decida dolarizarse puede responder a que su moneda no es aceptada por otros países, o está fuertemente devaluada, como consecuencia de recurrentes crisis financieras, económicas y de capitales, con el consiguiente daño sobre su sistema económico.
Bien es sabido que ante una crisis, los inversores salen de los países en problemas, presionando sobre el tipo de cambio, lo cual afecta el nivel general de precios, los salarios y los ahorros en moneda local.
Ante este riesgo, una de las grandes ventajas de la dolarización es que evita la depreciación monetaria, lo que a su vez reduce la salida de capitales del país.
Además, al eliminar el riesgo de devaluación de la moneda, decrece la prima de riesgo que paga el país, por lo que su tasa de interés se reduce, lo cual favorece la llegada de inversión extranjera y el crecimiento económico.
Aunque las ventajas son notables, las desventajas de la dolarización también lo son, pero todo dependerá de la forma en que se las analice. En primer lugar, se pierde la soberanía monetaria, lo cual trae aparejada la imposibilidad de emitir moneda para financiar el déficit fiscal.
¿Pero es esta una desventaja o es la principal ventaja para una economía como la argentina?
Hanke sostiene que la dolarización es la mejor solución pues el problema de Argentina siempre ha sido fiscal y la forma en que se lo ha financiado es a través del Banco Central.
«Esa es precisamente la razón por la que la dolarización es la mejor solución, ya que el problema en la Argentina siempre ha sido fiscal y el que lo alimenta con emisión es el Banco Central. Es por ello que hay que ponerle un corsé muy estricto porque, de lo contrario, seguirá financiando el déficit fiscal y habrá nuevas crisis recurrentes cada 10 años», concluye Hanke.
Siguiendo con las desventajas, en forma simultánea, con su implementación surge la imposibilidad de ajustar el tipo de cambio para estabilizar la economía en situaciones de crisis, un problema que se acentúa en los países exportadores de materias primas, ante una caída de precios en el mercado internacional.
Pero más allá de las ventajas y desventajas, lo más llamativo del caso es que por encima de las diferencias de opinión, en esta cuestión, como en otras, todo parece estar signado por el «día de la marmota».