Massa sigue en campaña sin Cristina y con Fernández en otra costosa gira mundial
En Balcarce 50 hace tiempo que ya no hay agendas previas del presidente ni de ninguno de sus ministros. Tampoco se realizan reuniones de Gabinete. Lo único que puede ocurrir es que en el mismo día se confirme alguna actividad de Alberto Fernández -o de cualquier otro funcionario- pero después de realizada. La mecánica es para evitar presencia molesta de la prensa.
Eso pasó el lunes cuando el jefe de Estado voló a San Juan con la finalidad de entregar viviendas junto al saliente gobernador Sergio Uñac. Allí aprovechó para seguir el derrotero de subir al ring electoral a Javier Milei. Una estrategia que los libertarios celebran venga del ámbito que venga: La Rosada, el Ministerio de Economía, el Senado de la Nación, o el mismísimo Vaticano.
Fernández subrayó que es consciente de los problemas que tiene su gestión, especialmente en materia de inflación. “Para qué vamos a macanear”, se sinceró –aunque justificó todo con el endeudamiento, la pandemia, la guerra, la sequía y las aguas que trae El Niño-. Punto seguido, giró sus cañones hacia los mileístas: “Nosotros no somos negacionistas de la situación económica, del cambio climático, nosotros no somos negacionistas de la dictadura, los negacionistas son los que hablan de la libertad”.
En otro pasaje, el titular del Ejecutivo le respondió al líder de La Libertad Avanza que “tampoco somos parte de una casta, la verdadera casta está protegida por los que dicen estar en contra de la casta y es la casta económica argentina, que posterga el desarrollo del país para seguir concentrando el ingreso y la riqueza en unos pocos; esa es la verdadera casta y contra esa casta hay que pelear”, pidió.
Antes de terminar su alocución, Alberto F. volvió a mostrarse como el único ex accionista del Frente de Todos que pide públicamente el voto para Sergio Massa. Algo que los pocos leales a su alrededor le festejan como una picardía, porque apunta a sus ex socios. Primero a la silenciosa Cristina Kirchner, y segundo, al propio ministro/candidato, con quien la concordia ha llegado a su fin hace rato, más allá de las posturas mutuas que demuestran pour la galerie.
En el Encuentro Nacional de Salud Mental, que se hizo el martes en Tecnópolis, el Presidente relacionó las “políticas negacionistas”, apuntando a Milei y a su candidata a vice, Victoria Villarruel, con las consecuencias psicológicas que dejó la pandemia. Una vinculación que a muchos de los asistentes les pareció forzada e innecesaria.
En esa misma jornada, Massa organizó su cena de recaudación de fondos en Parque Norte. En ese marco se mostró optimista, afirmó que ya superamos la crisis y se atrevió a garantizar que “vamos a seguir gobernando”. El único asistente referenciado con el ala ultrakirchnerista, y que tiene despacho en Balcarce 50, fue Eduardo “Wado” de Pedro. El ministro del Interior y candidato que no fue, pero que como premio consuelo fue convertido en jefe de campaña de quien le ganó la pulseada interna con el apoyo del PJ. De todos modos, por estas horas la que comanda realmente las cosas en el búnker de Bartolomé Mitre al 300 es la esposa del tigrense (y titular de AySA), Marcela Galmarini.
A mitad de semana, lo único que ocurrió en la sede gubernamental fue un anuncio de la vocera presidencial, Gabriela Cerruti. La presentación ante los periodistas acreditados no resultó ser una conferencia de prensa (es decir que no se permitieron preguntas). La funcionaria informó algo que en cualquier otra circunstancia se hubiera hecho vía WhatsApp. Notificó que Alberto Fernández firmó un decreto que cancela a Augusto Pinochet (muerto en 2006) y a sus derechohabientes, a usar las insignias de la Orden de Mayo al Mérito Militar y la Orden del Libertador San Martín. La primera fue entregada en dos oportunidades; en 1975 por la ex mandataria Isabel Perón, y luego en 1993 de manos del ex presidente Carlos Saúl Menem. La segunda le fue otorgada en 1976 por el dictador Jorge Rafael Videla.
Ese miércoles, Fernández se ocupó de preparar las valijas para partir en la madrugada hacia el primer destino de su extensa y costosa gira, la India. En Nueva Delhi se desarrolla el fin de semana la Cumbre del G20. El domingo, la numerosa delegación sube nuevamente al ARG-01 y pega la vuelta al globo para aterrizar en Santiago de Chile, donde el gobierno de Gabriel Boric recordará los 50 años del golpe de Estado a Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973.
El periplo seguirá cuando la próxima semana, el mandatario y sus acompañantes retornen al avión de la flota presidencial -que costó 25 millones de dólares- para asistir al G77+China en Cuba, y de ahí a la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. Para principios de octubre, fuentes oficiales, comunicaron que el jefe de Estado regresará al gigante asiático bajo la excusa de “fortalecer las relaciones bilaterales entre ambas naciones”.
Con motivo de las polémicas generadas por estas reiteradas travesías mundiales que se siguen dando en épocas de vacas muy flacas, volvió del pasado reciente la frase de la ex ministra de Economía Silvina Batakis: “El derecho a viajar colisiona con la generación de puestos de trabajo”. Quedaron en el olvido las medidas de austeridad de Massa y el ex jefe de Gabinete Juan Manzur, y los operadores oficialistas justificaron el desmedido gasto aduciendo que “para hacer negocios primero hay que tener relaciones diplomáticas con el mundo”, y que “la idea es hacer negocios y conseguir inversiones”.
Los únicos acompañantes del Presidente que reconocieron desde la portavocería de Fernández fueron: Julio Vitobello (Secretario General de la Presidencia), Santiago Cafiero (Cancillería), Jorge Argüello (embajador argentino en EEUU y Sherpa) y Gabriela Cerruti (vocera).
Durante la ausencia de Fernández, el Poder Ejecutivo Nacional vuelve a quedar a cargo de la senadora Kirchner, que como en otras ocasiones similares, no asistirá a Casa de Gobierno para relevar a su ex delfín. La última vicepresidenta que tuvo oficinas en la Rosada para estar presente en este tipo de situaciones, fue Gabriela Michetti.
En esas galerías, pasillos y patios, el jueves los comentarios giraron en torno a las promesas electorales que Massa empezó a hacer ante los números de encuestas en las que ya ni quienes las mandan a hacer creen, pero a las que igual les temen. El candidato ministerial se animó a asegurar que si él es elegido presidente va a eliminar el impuesto a las Ganancias para los trabajadores “o tal vez antes”, arrojó anhelando ingresar al balotaje. Mauricio Macri había garantizado hacer lo mismo en su campaña del 2015, después ganó pero en poco tiempo fue vencido por el Teorema de Baglini.
El punto más controvertido de Sergio M. fue en el que retomó su impronta de intendente, al afirmar que va a bajar el delito como hizo en Tigre, lugar donde su candidata y esposa, Galmarini, fue derrotada en las primarias por más de 15 puntos. Massa agregó que entiende que la gente esté enojada, y reveló que él mismo lo está por cosas que habría que haber hecho y no se hicieron. Cuestionamientos, que según planteó, se encargó de hacer puertas adentro de la alianza gobernante.
A las pocas horas, en un programa oficialista de la TV Pública, el jefe de Hacienda se despachó con un: “Hay cosas en las que el Gobierno está en deuda y tiene que pedir perdón. Lo primero que tenemos que hacer es pedir disculpas porque hubo gente que tuvo la oportunidad y no estuvo a la altura…”.
“Teléfono para Alberto”, gritó un asesor de prensa mientras miraba el vídeo en su iPhone en el Patio de las Palmeras.
Lo más épico, Massa lo dejó para la apertura del primer Simposio Regional en el CCK, cuando entre aplausos entusiastas, el presidenciable declaró que las opciones de gobierno giran en torno a «la Argentina productiva, del desarrollo y la movilidad social ascendente» o la de «las 60 manzanas de la City y los esclavos de Wall Street».
Lo que resta de campaña tiene para Massa, CFK y el viajero Fernández, más números negativos en materia inflacionaria e índices de pobreza e indigencia. En Córdoba el IPC ya dio 12,15% y en CABA 10,8%. En este contexto, los caciques provinciales, encabezados por el tucumano Manzur, se comprometen a dar un respaldo contundente a su candidato de unidad, aunque varios de los invitados al convite en el hipódromo de su provincia ya tejen redes con Milei, algunos de manera explícita, como Gerardo Martínez de la UOCRA, y otros por debajo del mostrador y de manera vergonzante.
Es cierto que hay vasos comunicantes entre el libertario y Sergio Massa, lo reconoció su enemigo íntimo, Juan Grabois, al admitir que muchos referentes en las listas de LLA pertenecen al volátil Frente Renovador, pero tampoco deja de ser verdad que las oportunidades apremian y el candidato de Unión por la Patria no quiere ser testimonial, sino que arremete con todo lo que tiene a la mano para intentar sentarse en el sillón de Rivadavia el 10 de diciembre, algo que en las PASO, el sentido común de la mayoría de los votantes no acompañó.
Juan Pablo Periodista acreditado permanente en Casa Rosada y el Parlamento de la República Argentina para FM Concierto 105.5