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El Gobierno inició su estrategia para conseguir consensos de cara al «Pacto de Mayo»

Algunas de las especulaciones que se hicieron sobre la exposición que Javier Milei iba a hacer ante la Asamblea Legislativa este viernes 1 de marzo tenían asidero y estaban alineadas en ejes temáticos muy claros y definidos: Herencia, balance de estos dos meses de administración libertaria, y la búsqueda de un efecto sorpresa que dio los frutos esperados, desconcertar a propios y extraños.

El enorme dispositivo de seguridad montado en las calles contuvo los reclamos de quienes se convocaron durante toda la semana para repudiar las políticas económicas del gobierno nacional. Más de cinco mil hombres de distintas fuerzas apostados en las calles, vallados y cortes inesperados -como el de la Línea A de subtes- y las calles y avenidas laterales (que desviaron todo tipo de trasporte) evitó concentraciones que perturbaran el recorrido presidencial desde Olivos, el paso fugaz por Casa Rosada, y la llegada al Congreso de la Nación, donde se ejecutó el protocolo de rigor que permitió que sobre la hora estipulada de las 21 hs el jefe de Estado terminara con la expectativa y expusiera ese discurso que estuvo delineando de puño y letra durante varias jornadas junto a la intimidad de su núcleo de asesores más cercanos.

Esa mesa chica y entorno cercano estuvo repartido en el hemiciclo de la Cámara baja entre los palcos y lugares designados con el objetivo de neutralizar con aplausos y alientos permanentes cualquier intento de bloquear lo que el titular del Poder Ejecutivo quería refrendar como un momento “bisagra”. Para muchos de los que estaban allí la estrategia fundacional que plantearía Milei no era ningún secreto. Después de semanas de refriegas con los gobernadores y una catarata de encuentros públicos y privados, la probabilidad de proponer una suerte de borrón y cuenta nueva estaba latente y se materializó frente a bloques opositores que quedaron atrapados en la táctica oficialista de apuntarlos como una casta privilegiada con pocas chances de defensa.

Exponer la situación en la que LLA recibió el Estado de manos del ex Frente de Todos, con sus consecuente revelación de números negativos y resultados de auditorías que pusieron sobre la mesa hechos de corrupción, fue lo que marcó el terreno a quienes desde las bancadas kirchneristas y de izquierda se disponían a cuestionar cualquier cosa que viniera de la flamante gestión a la que hace poco le bloquearon un megaproyecto de ley y se le intenta impedir la continuidad en vigencia de su DNU madre -que así como es el corazón del plan político social y económico del mileísmo en alianza con el PRO- sostiene un espíritu, que como dicen en Balcarce 50, tranquilamente podría soslayar la aprobación de un parlamento en el que el planeta libertario juega en minoría desde el principio.

“Cerca del 60 por ciento de los argentinos se encuentra por debajo de la línea de pobreza” argumentó un mandatario que traía el as en la manga de proponer un gran acuerdo nacional al que catalogó de histórico, y que dejó bajo la responsabilidad de aliados y adversarios. Apuntar al corazón de los privilegios que tiene la corporación política desactivó argumentos que pudieran hacer caer lo que -más dirigentes de los que se cree- están dispuestos a respaldar si la imagen positiva del outsider que ocupa el sillón de Rivadavia los supera y limita.

La vuelta de página que propone el máximo funcionario de Casa de Gobierno se respalda en las fallidas gobernanzas que le permitieron enumerar falencias en materia de educación, salud, seguridad, defensa, generación de empleo y productividad, entre otras. “Un sistema en absoluta bancarrota moral e intrínsecamente injusto. Un sistema que sólo puede generar pobres y a costa de ellos produce una casta privilegiada que vive como si fueran Monarcas”, fue una de las frases que descargó los cañones hacia toda la dirigencia, de la que volvió a optar por diferenciarse.

En ese marco, reseñó las medidas que tomó con el propósito de recortar el poder de fuego de quienes se propusieron iniciar un plan de lucha mancomunada el 24 de enero (día del paro general), cuando detrás de la CGT se encolumnaron todos los sectores que diagnostican una crisis que terminará antes de tiempo con el mandato de una administración que está compuesta, según reconocen varios antimileístas, por una melange de inexpertos gestores que se ampara en la experiencia de quienes, aunque casta, leyeron que el votante se cansó de las formas tradicionales de manutención de un estado de cosas que ya no beneficia a las mayorías, y tampoco a esas minorías a las que les resulta inviable salir airosos con un cuadro de conflicto permanente e insostenible.

Destacar enemigos visibles, con nombre y apellido, fue la opción que encontró Milei para reforzar la percepción adversa que la gente tiene de ese “círculo rojo” que, infiere, lo quiere dejar fuera de carrera. Hubo diatribas dirigidas a todos los sectores, sindicales, empresarios y mediáticos. Bajo ese criterio, el liberal libertario buscó graficar lo que considera un modelo terminado, agotado, y al que no le queda otra salida que autodepurarse o sucumbir por voluntad de los que ya no le tienen confianza. El mensaje encubierto emitido a toda la dirigencia es que él es el único garante de esta oportunidad trascendental, pero obviamente bajo condiciones que debe imponer, también con el fin de su supervivencia.

Elegir a Córdoba como escenario de ese “Pacto de Mayo”, que invita a un nuevo principio no es casual, y vale decir, no pasa solamente por estar ubicada en el centro geográfico del país. El gobernador de “la Docta”, Martín Llaryora, viene atrayendo voluntades de diversos espacios del peronismo que se han quedado sin chances de seguir sumidos detrás de la figura de Cristina y Máximo Kirchner. La otra simbología tiene que ver con la búsqueda de sellar ese flamante contrato en una de las principales provincias que le disputan poder a la todopoderosa Buenos Aires.

“Aceptamos pagar todos los costos políticos para lograr esos cambios, inclusive costos políticos que no nos correspondan”, subrayó el presidente. “Porque si el precio de arreglar este país es caer al ostracismo, allí me encontrarán con orgullo, porque para nosotros no hay nada más sagrado que la lucha por la libertad”, fue el tono épico con el que Javier Milei recomendó a dialoguistas, y no tanto, a reiniciar la lógica del poder.

Al concluir el acto que activó la idea de llevar adelante una moderna relación entre los tres poderes del Estado, fue el propio mandatario cordobés el que amplió la idea que Milei había dejado flotando en el aire al sugerir extender la invitación, no sólo a gobernadores y dirigentes, sino también a “fuerzas de la producción, del empleo y fuerzas sociales”, bajo una especie de “acuerdo de la Moncloa, del que empezaremos a hablar mañana”, subrayó Llaryora, quien a su vez apuró a los legisladores que comandan sus pares provinciales al prevenirles que mayo está muy lejos y que el país no puede estar parado hasta entonces.

“Hay que generar muchas medidas que tienen que estar antes de mayo para reactivar la economía, producir más empleo, que no se rompa tanto el tejido social y productivo, porque claramente a este plan fiscal, como le dije al presidente luego de nuestra primera reunión en Casa Rosada, le falta un plan productivo”, aseveró el gobernador schiarettista que cerró su exposición argumentando que “lo que hay que valorar es esta convocatoria, a trabajar en diez puntos con legitimación entre todas las fuerzas políticas para que justamente tenga legitimidad y la Argentina, después de muchos años, pueda tener una previsibilidad de futuro en donde las reglas no se cambien, venga uno o venga otro, y que esto marque una país a largo plazo, y que esto asegure las inversiones, el trabajo, y por supuesto, condiciones fiscales para que Argentina entre en un rubro de crecimiento”.

Desde el kirchnerismo, Leopoldo Moureau, expresó que lo que enumeró el titular del Ejecutivo fue presentado “como algo nuevo pero es algo absolutamente viejo”, poniendo como ejemplo el postulado de volver al sistema mixto de jubilaciones y pensiones con participación de las AFJP. El dirigente radical cristinista cuestionó el hecho de soslayar el tema de la deuda externa “como si eso no fuera un problema”, y añadió que “le propone a las provincias argentinas que abran para las inversiones externas sus recursos naturales, hablando en nombre de sus amigos de BlackRock, de su amigo Elon Musk, de los fondos de inversión que pretenden apropiarse del litio, del gas y del petróleo de la Argentina, lo que era previsible”, dedujo el ex militante alfonsinista.

Por su parte, desde el Frente de Izquierda (FIT), la diputada Myriam Bregman, aseguró que “estamos viviendo una estafa electoral que viene con cara de derrota” y “que está totalmente guionada en esta lógica que tienen del manejo de las redes sociales y de los medios de comunicación, sabiendo en qué momento hay que aplaudir y qué decir”. 

El legislador José Luis Espert proclamó que espera “que los gobernadores digan que sí, porque lo que estamos planteando los liberales, con el presidente a la cabeza, es cosa de sentido común. La Argentina para crecer tiene que comerciar como se hace en los países donde la gente vive bien, donde la política está al servicio de la gente y no al revés como acá”, declaró el hombre de Avanza Libertad.

Miguel Ángel Pichetto, de Hacemos Coalición Federal, puntualizó: “Rescato el tramo final porque me parece importante la convocatoria a un acuerdo con las provincias, a trazar un camino de orden fiscal, de responsabilidad y de salida de la crisis Argentina”. En referencia a la instrucción que dio Milei a Nicolás Posse (jefe de Gabinete), Luis Caputo (Economía), y Guillermo Francos (Interior) para qué “como primer paso, antes de firmar el Pacto de Mayo, convoquen a los gobernadores de todas las provincias argentinas a la Casa Rosada para firmar un preacuerdo y sancionar tanto la Ley Bases como un paquete de alivio fiscal para las provincias” como muestra de buena voluntad, y así empezar a trabajar en un documento común basado en los 10 principios proclamados, Pichetto manifestó que “si hay una base de acuerdos con los gobernadores, el congreso va acompañar”.

Juan Pablo Peralta, periodista acreditado permanente en Casa Rosada y el Parlamento nacional argentino para FM Concierto 105.5

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