En octubre, advierten los analistas, comenzó a diluirse el efecto de la devaluación posterior a las elecciones PASO.
Hubo un traslado a precios de esa devaluación intenso e inmediato.
En octubre
Pero en octubre llegaron los congelamientos para contener algunos precios antes de las elecciones.
En particular, las tarifas de transporte público, de la electricidad, del gas, de los combustibles, entre otras, fueron negociadas con el sector privada para postergar sus incrementos.
También influyó la decisión oficial de sostener el dólar oficial fijó en 350 pesos, pese al indudable atraso que ese valor tiene en relación con la inflación.
En noviembre
En noviembre llegará un nuevo escenario.
No solo porque nadie puede asegurar que los congelamientos de octubre pueden prolongarse en el tiempo.
Los combustibles fueron un ejemplo claro en ese sentido.
La crisis de abastecimiento de naftas y gasoil que abarcó muchas zonas del país tuvo como eje central de su solución un aumento del 7,6% en promedio de sus precios.
Otros precios regulados pueden seguir un sendero similar una vez pasadas las elecciones.
De hecho, ya comenzaron a impactar los incrementos en los taxis, en los salarios del empleo doméstico, la televisión por cable y, por supuesto, en muchos alimentos, a pesar del acuerdo de Precios Justos negociado con las empresas.
Aún con el tipo de cambio oficial fijo, el dólar también tiene su influencia, ya que se espera que después de las elecciones llegue, en mayor o menor medida, una devaluación del peso.
Con este escenario, la inflación de 2023 promete ser la más alta desde 1990, desde la salida de la hiperinflación. Consultoras como Econviews o Ecolatina prevén un registro de 185% y 190% para el año, respectivamente. /Perfil
