“Ante los trascendidos, informamos que luego de finalizar el show de anoche, Gustavo sufrió una descompensación por una suba de presión debido a estrés y agotamiento, de la que se está recuperando favorablemente. Por precaución, se dirigió a una clínica de Caracas para realizarse chequeos médicos de rutina, donde le recomendaron reposo. Una vez finalizados los estudios, continuará su viaje a Buenos Aires”. El comunicado oficial llegó horas después de aquel show del 15 de mayo de 2010, el último que dio, en el que Gustavo Cerati brilló en un escenario de Caracas, Venezuela.
Con incertidumbre y gran preocupación, los fanáticos de uno de los artistas más importantes de la historia de la música popular argentina recibían una noticia dolorosa de gran impacto. Empezaba así la odisea: una jornada que había comenzado con todo el ímpetu por haber llegado al tramo final de una gira exitosa y deslumbrante de un momento a otro se convirtió en una pesadilla.
Por aquellos días el músico se encontraba en plena difusión de Fuerza natural, que había sido lanzado en septiembre de 2009. Tal como él mismo definió en una entrevista con el diario Clarín cuando salió al mercado, se trató de un disco “de viaje, de carretera”.
Fuerza natural fue recibido con gran efusividad por parte del público y Cerati empezó una gira que lo llevaría a varias ciudades argentinas, México, Chile, los Estados Unidos, Perú, Colombia y Venezuela, entre noviembre de 2009 y mayo de 2010.
La primera de las presentaciones tuvo lugar en Monterrey, México, el 19 de noviembre de 2010. Luego pasó por Guadalajara y la Ciudad de México, donde brindó dos shows en el Auditorio Nacional. Tras presentarse en Córdoba, en Montevideo y en Santiago de Chile, el artista cerró el año con un concierto en la Argentina, en el Club Ciudad de Buenos Aires el 19 de diciembre.
Después del verano, siguió con la saga de shows en marzo de 2010. Tuvo presentaciones notables en varias ciudades latinoamericanas, como Lima, Medellín, Tijuana, Bogotá. Y también brilló en Miami y Los Ángeles. Hasta que llegó mayo y viajó a Caracas, Venezuela.
EL ÚLTIMO SHOW
La presencia de Gustavo Cerati en las calles de la capital venezolana fue una gran noticia para el público local. Quizá muchos recordaban al músico cuando se había presentado en 1997 en el estacionamiento del Poliedro de esa ciudad junto con sus compañeros de Soda Stereo, durante la gira de El último concierto del grupo. O mucho antes, cuando el trío se destacaba en los escenarios de toda Latinoamérica a fines de los ‘80 y comienzos de los ‘90.
Según publicó el diario venezolano El Universal, el viernes anterior al recital el músico argentino había visitado el local nocturno Moulin Rouge y disfrutó “de la rumba local”. Al día siguiente, mientras se alistaba para presentarse en el campus de la Universidad Simón Bolívar, degustó algo de la gastronomía local.
Richard Coleman, uno de los músicos y gran amigo que trabajó con Cerati en su última gira
Hasta que comenzaron los preparativos. “El atardecer fue soñado. Probamos sonido a la tarde. Después nos fuimos al hotel, no hubo nada diferente”, recordó tiempo después en una entrevista con Chilevisión el músico Richard Coleman, que integraba el grupo que estuvo que acompañó a Cerati en Venezuela y era uno de sus amigos más allegados desde los ’80.
Llegó la hora del show y el músico subió al escenario vestido de blanco, con una chaqueta con detalles plateados. Lo rodeaba la banda integrada por el propio Coleman, Anita Álvarez Toledo, Leandro Fresco, Fernando Samalea, Fernando Nalé y Gonzalo Córdoba.
El recital arrancó con la canción que le daba nombre a su último disco. Además de los temas de Fuerza natural, el cantante intercaló composiciones de sus trabajos anteriores como solista e incluyó canciones de Soda Stereo. Tal como coincidieron las crónicas periodísticas de entonces, el estadio “se rindió a sus pies”.
“El argentino convirtió en un lugar íntimo el escenario de la Simón Bolívar para entonar Cactus y Perdonar es divino. Una plaza que le fue cómplice al regalarle una espesa neblina”, describió el diario venezolano.
En uno de los momentos más emotivos de la noche, Cerati interpretó Lago en el cielo – “vamos despacio/para encontrarnos/el tiempo es arena en mis manos”, dice en su letra– de su disco Ahí vamos.
Para presentar la canción, le dijo al público que lo escuchaba admirado: “Ahí va un regalo… no mío, sino de la naturaleza, o de lo que sea. Un lago en el cielo para todos… acá que estamos bien alto. ¡Gracias Caracas!”.
El músico cerró su interpretación con un solo de guitarra que duró casi dos minutos y exaltó a los presentes. El público también se encendió cuando llegó el turno de Trátame suavemente.
“El show fue muy lindo, tocamos en un lugar precioso, entre las montañas. Y fue, por palabras mismas de Gustavo después del show, el show más exitoso de la gira”, rememoró Richard Coleman a Chilevisión.
EL CAMARÍN Y LA ODISEA
Justamente Coleman y el sonidista Adrián Taverna, también íntimo amigo de Cerati, eran quienes solían reunirse después de los recitales en el camarín del músico para evaluar cómo había salido cada función.
En esa ocasión, Cerati recibió a sus amigos fumando. Había comida, algo de bebida y un espejo, además de una canasta con frutas y sillones blancos. Conversaron un rato y, al salir para juntarse con el resto de los músicos Taverna se quedó a solas con Cerati un momento.
“Terminamos el show y lo fui a saludar al camarín. Y yo ahí lo vi muy pálido. Estaba cerca mío y lo miré así y le dije: ¿te sentís bien?”, recordó el sonidista en una entrevista con Chilevisión y completó: “Y me dice: ¿Por qué? No, no, estoy cansado”.
Tal como reconstruyó el periodista Juan Morris en su libro Cerati: la biografía definitiva (Sudamericana, 2015), momentos después en el camarín general el resto de la banda estaba por hacer una foto grupal. Estaban todos pero faltaba el líder. Entonces lo convocaron.
“Gustavo apareció a último momento y se paró atrás de Taverna. El primer disparo de la cámara salió sin flash, así que Samalea pidió que nadie se moviera (…). Taverna se dio vuelta para decirle algo a Gustavo y lo vio pálido, con los ojos desorbitados”, reconstruyó el periodista.
El sonidista le preguntó al músico si se sentía bien. “Gustavo abrió la boca para contestarle, pero no acertó a decirle nada. Fue como si los músculos de su mandíbula no encontraran las palabras. Entonces la cámara disparó su flash y todo el equipo quedó registrado en la última foto de la gira. A su alrededor el grupo se empezó a dispersar y Gustavo caminó confundido hacia su camarín”, escribió Morris.
A partir de entonces, empezó una odisea. A los pocos minutos el asistente personal del músico y el propio Taverna lo encontraron tirado en un sillón con la camisa desabrochada y la boca entreabierta. Estaba descompensado.
En una primera instancia, convocaron a los paramédicos que todavía se encontraban en la zona tras el concierto: desde ahí podía oírse el bullicio de la gente que se empezaba a retirar del estadio enfervorizada. Decidieron entonces que hubiera la menor cantidad de gente rodeando el lugar para evitar que aquella descompensación se filtrara en los medios.
Entrada la medianoche, finalmente retiraron al músico sobre una camilla en una ambulancia, que atravesó la ciudad hasta que llegó al Centro Médico La Trinidad. Sin embargo, al llegar hasta el sector de emergencias, detectaron que el lugar estaba a oscuras por un corte en el suministro de luz. Así que el artista fue trasladado a otro centro de salud, para que realizarle los primeros estudios y horas después volvió a La Trinidad.
“A medida que iban pasando las horas, me iba dando cuenta de la gravedad de lo que había pasado. Pero jamás pensé en la consecuencias tan graves”, dijo Taverna al medio chileno.
A las 5 de la mañana, desde la cuenta oficial de Twitter de Cerati se publicó un mensaje escueto: “Gustavo tuvo una descompensación luego del show de Caracas, pero informamos que se está recuperando favorablemente”.
Horas más tarde llegaría el comunicado oficial y un montón de especulaciones. En los medios se recordó que el músico había sufrido en 2006 una trombosis que lo obligó a reprogramar recitales de la gira para la presentación de Ahí vamos y a guardar reposo estricto.
Con los días, se habló con más rigor de lo que había ocurrido: un accidente cerebrovascular que requería de una intervención que finalmente tuvo lugar en Venezuela.
El músico estuvo internado en cuidados intensivos hasta que por decisión familiar fue trasladado a la Argentina en un avión sanitario el 7 de junio. Comenzaba así otra parte dolorosa de la historia de un artista único que luego de pasar cuatro años internado murió el 4 de septiembre de 2014.
Fuente: Infobae